El colapso de las construcciones

El colapso de las construcciones

El indomable aumento de los precios del petróleo está repercutiendo adversamente en las actividades mundiales. El desbocado incremento de precios de todo lo que se produce y se transporta, afecta las economías nacionales, con gran intensidad y preocupación por parte de los dirigentes mundiales.

No hay dudas que existe un afán especulativo exagerado de quienes, con poder económico, apuestan al holocausto mundial de muchos países con tal de enriquecerse y disfrutar de una posición económica, envidiable y despreciable, a cuenta de la desaparición de millares de seres humanos por hambre y enfrentamientos inevitables para no dejarse morir.

Nuestro país no es ajeno a esos ataques petroleros. Estamos padeciendo en carne propia serias limitaciones, que si bien no se ven en detalles, se notan de manera imperceptible de cómo el tránsito vehicular ha aminorado su crecimiento, pero los precios acusan alzas dislocadas en todo lo que se consume, desde los materiales de construcción hasta los alimentos.

La industria de la construcción, por espacio de 40 años, ha sido el sostén del progreso dominicano. A su sombra se ha transformado la fisonomía de importantes ciudades como Santo Domingo y Santiago, pero la industria se resiente en los últimos tiempos por una desenfrenada carrera alcista, mucho peor a la que ocurriera a comienzos de la década del 90 cuando la inflación superó los tres dígitos y se temió  lo peor de un colapso social de envergadura, pero medidas inteligentes frenaron esa caída y el país se fortaleció en esa década, contando con el apoyo del FMI.

La construcción, en los primeros ocho años del siglo XXI, ha sido el puntal del progreso y el cambio de fisonomía de las playas con atractivos resorts y la elevación hacia el cielo de las viviendas, acusando un dinamismo y un aumento del poder adquisitivo de muchos sectores, particularmente deportivos, empresariales y faranduleros, que con abundantes recursos, desesperadamente demuestran su bonanza con hermosos apartamentos en las más altas de nuestras torres, para exhibir su bienestar.

No hay dudas que el aumento del acero de construcción y del cemento son parte de los daños exógenos del petróleo caro y otros insumos, por igual también se le agrega el eterno afán especulativo de los productores, que conocedores del mercado, ven cómo se produce la nueva burbuja del aumento de los intereses para préstamos bancarios. Todavía vemos que una demanda se apodera hasta en planos de los apartamentos avanzando en su construcción en elevadas torres.

Si colapsa la industria de la construcción, entonces hay que preocuparse, ya que sin su dinamismo, el país no se desarrollaría ni mucho menos crecer a los ritmos que estábamos acostumbrados en la actual administración peledeísta. Una parálisis de ese sector afectaría con graves consecuencias los ingresos fiscales y sería el preludio de una inestabilidad social preocupante.

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