El colegio comunitario

El colegio comunitario

El 30 de julio recién pasado, el presidente Leonel Fernández inauguró, en el Municipio de San Luis, Santo Domingo Este, el Instituto Técnico Superior Comunitario, construido a un costo que supera los mil 800 millones de pesos. Se trata de una versión local de los Community Colleges norteamericanos, enmarcada en la política de construcción de obras públicas monumentales del gobierno peledeísta. Dicho plantel consta de 14 edificaciones e instalaciones conexas. Dispone de laboratorios de física, cómputo, microelectrónica, redes, telefonía, microchip, entre otros. Posee talleres y aulas equipadas con instrumentos tecnológicos de última generación.

No son muchas las personas que conocemos -perdónese la inmodestia- la diversidad de tareas que puede asumir un colegio comunitario. Aquí, poco se sabe de sus beneficios y de la manera en cómo este modelo de educación superior se compenetra con las necesidades de la comunidad.

¿Qué es un colegio comunitario? ¿Cuáles son sus características peculiares que lo distingue de los politécnicos y de las escuelas de artes y oficios que conocemos? ¿Cuál es su misión? ¿Cuáles compromisos y cuáles convicciones justifican la instalación aquí de un modelo de educación superior tan ajena a nuestras tradiciones? ¿Cuáles oportunidades ofrece? ¿Podrá funcionar aquí un colegio comunitario “made in USA”? ¿Disponemos de profesores familiarizados y dispuestos a laborar en una institución tan singular y tan compleja como lo es un colegio comunitario? Veámoslo con mayor detenimiento.

El colegio comunitario es una institución de educación superior financiada con fondos públicos que oferta, además de carreras técnicas de corta duración, programas de educación continuada; aprendizaje de oficios, y servicios a la comunidad. Manteniendo su propia identidad, el colegio comunitario integra en una sola unidad todas las características de los institutos politécnicos que conocemos. En el Instituto Técnico Superior Comunitario de San Luis se enseñará lo mismo que se enseña en el Politécnico Loyola de San Cristóbal, en el Instituto Técnico de Cotuí, o en cualquier otro. La diferencia entre ambos modelos de educación superior estriba más en cómo se enseña y en las singularidades de sus estudiantes y profesores que en el contenido de su oferta académica respectiva.

Implícito está en la política de acceso abierto de un colegio comunitario la convicción de que todo ciudadano tiene derecho a continuar su educación en la medida de sus capacidades, y que el precio de dicha educación debe ser costeada por el Estado. Esa política satisface la necesidad de todo estudiante de acceder a servicio de apoyo, incluido asesoramiento, orientación vocacional y ayuda financiera. Es importante subrayar que la política de puertas abiertas puesta en práctica en un colegio comunitario no significa, como creen algunos, acceso automático de cualquier estudiante a una facultad o escuela prescindiendo de los requisitos académicos exigidos.

Los requisitos para acceder a determinados programas de estudios en un colegio comunitario son los mismos exigidos para ingresar a los programas de Facultades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo o de cualquier otra institución de estudios superiores. En lo que el colegio comunitario difiere es que, en vez de denegar sin más la admisión al estudiante que no reúna los requisitos académicos exigidos, le ofrece a éste la posibilidad de satisfacer dichos requisitos o de estudiar otra carrera más acorde con sus capacidades.

La agregación de ese nuevo modelo a nuestro sistema de instituciones de Educación Superior satisface las aspiraciones de los que creemos que la educación superior es un derecho y no un privilegio. Del recién inaugurado Instituto Técnico Comunitario de San Luis tenemos mucho más que decir. Volveremos en una próxima entrega.

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