El collar de diamantes

El collar de diamantes

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
La semana pasada debí decir unas breves palabras al poner en circulación mi libro de cuentos “Siete Gotas de Arena”, en la Librería Cuesta, y tras agradecer al brillante intelectual Federico Henríquez Gratereaux su generosa presentación, al editor Rafael Montalvo sus sentidas evocaciones y a Verónica Sención por su hospitalidad, quise hacer una síntesis de uno de los cuentos que más me ha impactado. Se trata de un cuento del autor francés Guy de Maupassant, nacido cerca de París en 1850 y fallecido en esa ciudad a los 43 años de edad, víctima de la locura por sífilis. De Maupassant, protegido de Flaubert y contertulio de Turguenev y Zola, es considerado uno de los padres del género del cuento.

Lo leí de muchacho en su propia lengua, y luego en inglés, y había lamentado perder o extraviar el libro en que estaba “El collar de diamantes”, hasta que, hace algunos años, en una tienda de antigüedades en un campo de Virginia al norte de Richmond encontré una primera edición en inglés hecha por Random House en 1945, casi medio siglo tras su muerte.

  El asunto es que en “El collar de diamantes”, De Maupassant cuenta cómo una joven y bella mujer, casada con un contador, bien educada pero sin fortuna, se deslumbra con una invitación que recibe el marido para asistir a una espléndida fiesta a la que iría toda la mejor sociedad parisina. Con gran sacrificio compran la ropa para esa celebración, y ella pide prestado a una rica amiga de infancia un collar de brillantes, para engalanarse aun más. Pero tras la fiesta, pierde la joya.

Para reponerla, la pareja compra un collar casi idéntico, a un precio de treintiséis mil francos. Deben endeudarse, vender casi todas sus pertenencias, trabajar endemoniadamente durante diez años miserablemente interminables, padeciendo privaciones humillantes, hasta saldar todas las deudas, incluyendo intereses usurarios. La pobre mujer, estragada por tan afanosa vida, esmerilada por la pobreza, pierde el brillo de su juventud y buena educación, al punto de parecer cualquier vecina vulgar.

Pero algunas noches, se consolaba recordando cuán bella estuvo aquellas horas de fiesta, entre tanta gente linda, y cómo disfrutó llevar en su cuello aquel collar de diamantes. Justo después de pagar las ruinosas deudas que la pérdida del collar causó, se encontró en una calle con su amiga, quien no la reconocía. La dueña del collar, alarmada al ver cómo había envejecido su amiga de infancia, quiso saber la causa de su infortunio. “Ha sido tu culpa”, dijo ella. Y le contó, con una sonrisa de gozo simple y que no disimulaba el orgullo de haber recuperado su honor. La señora, conmovida, le contestó: “¡Oh, pobre amiga! Mis diamantes eran falsos. ¡Costaban apenas quinientos francos!”.

 Quise recordar esta conmovedora historia porque me parece que –aunque es del siglo XIX- cuenta de manera magistral algo muy actual acerca de la sociedad dominicana. Mi amigo Lowell Fernández me envió luego un link, http://www.online-literature.com/maupassant/206/, donde puede leerse el cuento íntegramente, pero en inglés.

 Me parece que la literatura debe bastarse a sí misma, y no desvirtuarse como instrumento burdo de causas o ismos. Por esto, el Neruda de “Me gustas cuando callas…” es un genio del lirismo y en sus loas a Stalin es apenas un panfletario mediocre. Pero relatos como este del collar por Maupassant a veces pueden tener más contundencia, o mover más conciencias, que miles de páginas de proclamas o manifiestos políticos.

j.baez@codetel.net.do

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