El colmo de la desfachatez

El colmo de la desfachatez

Haití ha asumido para con la República Dominicana una actitud inconsecuente y agresiva, que pone al desnudo la desfachatez del régimen de ese país. La presencia de mano de obra haitiana en nuestro país se ha multiplicado más de 400 veces en una década, y no se ha oído decir que esos trabajadores se hayan quejado por racismo y maltrato. Sin embargo, el Gobierno haitiano, a coro con organizaciones que viven de la desdicha de los haitianos, atribuye a la República Dominicana una conducta racista que no le sienta por ningún costado. El régimen del vecino país actúa de manera inconsecuente ante la gran solidaridad de los dominicanos, que toleran sin acoso la presencia invasiva de indocumentados.

Nos sumamos a la respuesta enérgica del Gobierno dominicano ante este desplante y repudiamos las agresiones contra la bandera nacional, la embajada y el consulado nuestros en la capital haitiana. En contra del deseo y la voluntad de miles de haitianos que quieren regularizar su presencia en nuestro país, el Gobierno haitiano ha boicoteado el esfuerzo dominicano, ralentizando y encareciendo la entrega a sus súbditos de la documentación necesaria. Haití asume una postura hipócrita, aparentando interés por acuerdos con el lado dominicano, pero recurriendo a la vez a la falsedad y a la comedia de mal gusto. Hagamos valer nuestra condición de Estado organizado, soberano e independiente.

CONTINUEMOS SIN PAUSA ESE LOGRO 

El grito libertario del 27 de febrero de 1844 debemos asumirlo como el primer picazo de nuestra más grande obra, la independencia nacional. Constantemente surgen elementos que confirman la necesidad de un afanar sin tregua por consolidar cada granito de arena de esta obra. Hace 171 años fuimos declarados libres de toda potencia extranjera, pero mientras haya dominicanos sin acceso al empleo, a la salud, la educación y a otros bienes que les corresponden por derecho y naturaleza, no podemos proclamar independencia total.

Desde dentro y fuera, muchas fuerzas pretenden imponernos su voluntad, tratando de doblegar nuestra soberanía de Estado a nombre de causas prefabricadas. Eso nos obliga a luchar permanentemente para preservar nuestros logros de toda influencia malsana, local o foránea.

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