El comercio de armas en el mundo

El comercio de armas en el mundo

EDUARDO KLINGER PEVIDA
Al desaparecer la Unión Soviética y junto con ella el bloque de naciones comunistas que lideraba, el mundo entró en una fase cualitativamente nueva.

Se iniciaba una etapa en que el enfrentamiento entre los dos campos antagónicos; por un lado las democracias occidentales y por otro el llamado campo socialista, se mantuvieron permanentemente enfrentados “al borde la guerra pero sin caer en ella”.

Muy por el contrario, el choque entre las posiciones e intereses hegemónicos de ambos bandos se producía en países de lo que también se denominó como “Tercer Mundo”. Ambas partes respaldaban a países aliados en diferentes regiones del mundo para que actuasen como portadores de sus intereses. Esas eran las condicionantes de lo que se llamó “guerras de baja intensidad”. Las grandes potencias armaban a sus aliados y todo ello estimuló un activo comercio de armas en todo el mundo.

Desaparecido aquel escenario de confrontación todos esperábamos que en la nueva situación los recursos destinados a las guerras y al comercio de armas se podrían enfocar ahora al desarrollo y a combatir la pobreza.

Un sueño muy lejos de la realidad.

No vamos a hablar en esta ocasión de los escenarios de guerra en que vivimos y los enormes recursos que absorben, ni tampoco vamos a mencionar el efecto que esos escenarios tienen sobre nuestras economías subdesarrolladas por la vía de los precios de los combustibles.

Lo que es sorprendente y decepcionante es el tremendo crecimiento del mercado internacional de armas que estamos presenciando. 

No nos referimos a las inversiones que realicen uno u otro país en función de su decisión soberana, sino del ambiente internacional, y regional, en que se sustentan esas políticas.  Tampoco juguemos al engaño, en tanto prevalezca en el mundo una política de confrontación e intolerancia habrá siempre quien se sienta amenazado y asuma posiciones que podrá entender como legitimas.

Si en 1996 el comercio de armas en el mundo se había ubicado en 5 mil millones de euros y en el 2000 descendió a apenas 3 mil millones de igual moneda, en el 2004 se había remontado a 7,1 miles de millones y solo en el primer semestre del 2005 estaba en 3,8 miles de millones.

En este último año el 33,5 % se destinó al Oriente Medio, el 30,7 % a Europa, 20 % a Asia, el 6,2 % a América Latina y el Caribe seguida de forma descendente por África con 3,2 %, Oceanía recibió un 2,9 % y un 2,7 % tuvo otros destinos.

En el año 2005 los países de nuestra región invirtieron 24,000 millones de dólares en armas y tropas, reflejando una cantidad que ha venido incrementándose en un 25 % en términos reales a lo largo de los últimos diez años.

El Presidente Putin acaba de informar que en el 2006 Rusia vendió 6,500 millones de dólares en armas, un 20 % más de lo que se había previsto, e incluso señaló que las solicitudes remontaron los 30 mil millones. En el 2005 Rusia había llegado al récord de 6,000 millones de dólares en ventas de armamento.

El propio Presidente Putin especificó que el interés no se centra en la aviación militar sino también en elementos de combate antiaéreo, equipos militares marítimos y sistemas antitanques. Si bien los ex-integrantes de la Unión Soviética son importantísimos clientes de armas de Rusia, con la excepción de las tres republicas Bálticas, hay una creciente demanda de armamento ruso en América Latina.

Las ventas de los Estados Unidos y otros siguen manteniéndose en niveles alarmantes.

Por si ya esto no fuera de por sí motivo suficiente de gran preocupación, uno no deja de comprobar con cierto estupor cómo incluso resurgen las tensiones y amenazas entre potencias nucleares. El más reciente enfrentamiento Rusia-Estados Unidos es el peor de los ejemplos. Creíamos que eran situaciones que habían quedado definitivamente atrás.

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