El comportamiento del dominicano

El comportamiento del dominicano

Algo pasa en el ser social dominicano. En su carácter, en su identidad, en esa manera de repetir los hábitos, para no decir “mañas”, si de comportamiento se habla; y la tendencia a repetir las mismas conductas y resolver los problemas con patrones parecidos pese a que las circunstancias socio-económicas no sean las mismas, quedando establecido  como  una cultura social.

 Hemos asimilado unos modelos de aprendizaje social: represivos, autoritarios, pero también, permisivos, disocial y relativista desde la moral social.

La identidad sicosocial no ha sido asumida de forma coherente, sistemática, de forma rabiosa en defender o aplicar el proyecto de nación, el desarrollo con equidad, ni la moral, ni la ética pública. Es una confusión medular entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que demostramos.

El ser social dominicano ha involucionado en el pensamiento y el comportamiento social, pudiera decirse que contextualizamos, reformulamos y actualizamos con criterios lógicos, objetivos y apegados a las normas de un país del primer mundo.

 Pero cuando hay que aplicar, cambiar actitudes comportamentales y actitudes mentales para crear y el ciudadano diferente al de los hábitos del pasado, vuelve la patología, la maña y el hacer lo que a los otros les dio resultado, no importa si lo que hacían no era lo correcto.

Francisco Bonó decía que el comportamiento del dominicano está impregnado de una actitud pesimista crítica hacia la sociedad dominicana, para él los dominicanos individualmente piensan bien pero cuando se agrupan actúan mal, se expresan infeliz e impotente.

Sin embargo, José Ramón López describía al dominicano específicamente al campesino como haragán, mentiroso, individualista, servil, imprevisor, con tendencia a la doblez.

Para Américo Lugo, el dominicano “se desenvuelve sin organización, dado a la violencia,  poco previsor, orgulloso, perezoso y pasional”. El doctor Francisco Moscoso Puello  lo describe como haragán, inepto, con complejo de inferioridad, desconfiado, pícaro, agresivo, miedoso y lo sitúa como producto de los orígenes étnicos al igual que José Ramón López, es decir,   el mestizaje entre indios, mulatos y españoles.

Para el profesor Juan Bosch, el dominicano tiene la propensión a desahogar la inconformidad por vías personales, no colectivas, mediante susceptibilidades individuales, y no mediante insurgencias masivas. Indica que el pueblo dominicano padece de un complejo de inferioridad que le inhibe y le impide realizarse en un destino nacional, producto de su atraso económico, social y político.

Algo pasa en ese ser social, tanto en el de abajo, el del medio y el de arriba que no han podido empoderarse ni transparentarse para reproducir el proyecto de nación pendiente, y ni hablar de esa nueva identidad, ese nuevo comportamiento que refuerce una cultura dominicana honesta, institucional, equitativa, de orden, disciplina, amante  de la paz y del progreso.

Pedro Santana propuso el orden y la ley a través de la dictadura, pero lo traicionó su trastorno bipolar II y su pobre identidad. Buenaventura Báez habló del progreso, el desarrollo y la paz, pero su trastorno antisocial y sus rasgos narcisistas lo llevaron a disfuncionalidad total; luego llego Ulises Heureaux, con sus postulados, progresistas, modernistas y desarrollistas, pero su trastorno antisocial y su necesidad de validación social lo llevó a la egolatría y a la megalomanía.

El comportamiento social ha sido el producto de patologías, de prejuicios, de miedo y circunstancias que se aprenden entre el “dejar hacer” y el “dejar pasar” entre fortalecer las conductas incorrectas para hacerlas posibles. Los  dos “psicólogos sociales” Trujillo y  Balaguer conocían cómo se trabaja el comportamiento  del dominicano, lo moldearon, les reforzaron y le condicionaron las conductas  al dominicano, de forma tal que, en el inconsciente se piensa que son necesidades para gobernar al ser social.

 El carácter y comportamiento son formas de comportarse que se aprenden, se socializan, y que tienen que ver con el nivel  educativo logrado, las normas y los valores practicados socialmente, para pensar y actual hacia lo correcto.

Algo pasa en el comportamiento social de repetir  lo mismo en siglos diferentes,  en circunstancias históricas y en mentalidades globalizadas, pero  lo penoso es que nos creemos que hemos evolucionado. Hagan memoria, revisen la historia; sin pesimismo y sin  conformismo. Hay que volver a deglutir la identidad y el comportamiento social dominicano.

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