El compromiso

El compromiso

El Partido Revolucionario Moderno tiene en sus manos, y en el futuro inmediato, la mayor responsabilidad que debe ser enfrentada por cualquier organización, especialmente si se trata de un partido político.
Esa responsabilidad es clara, patente, irrenunciable y muy pesada: esa responsabilidad es hacerlo bien. Pero ¿hacer bien qué? Responder, con razón, a sus más exigentes críticos, a los más atentos y vigilantes observadores de su quehacer. Desde ahora, la máxima responsabilidad del PRM es actuar, siempre, en todo momento, sin vacilaciones y con decisiones justas, inteligentes, en favor de todos los dominicanos: perremeístas y no perremeístas.
El hacerlo bien, significa, entre otras cosas, saber que, como dijo el presidente Francisco Alberto Caamaño Deñó en el discurso de despedida de su gobierno: el poder lo otorga el pueblo y al pueblo es a quien hay que responderle.
Lo que el pueblo necesita es que se gobierne para que el pueblo pueda decir complacido: me gusta el gobierno.
El buen gobierno es el que gobierna de forma tal que no se siente, con la sutil elegancia de las aguas del rio, con el fresco olor de las flores.
Paralelo no hay que hacer ningún esfuerzo adicional, basta con gobernar con el librito que se escribe y se forja en y desde la oposición.
Nadie es monedita de oro para gustarle a todo el mundo, pero a todo el mundo le gusta que el gobierno actúe siempre dentro del marco de la Constitución y las leyes, sin privilegios, bajo un régimen donde se reconozcan todos los derechos y se demanden todos los deberes.
Manejarla economía del gobierno con la sabia visión y disposición de las amas de casa que manejan la escasez para que las finanzas familiares alcancen para cubrir las necesidades reales.
Que el gobierno no establezca privilegios en favor de sus parciales, que actúe haciendo el bien sin mirar a quien, que establezca, obedezca y respete las reglas de juego; que impulse la creación de normas que contribuyan a que sus acciones sean más transparentes.
A todo el mundo le gusta que los fondos públicos sean manejados con la mayor pulcritud, tan exigente que su gestión resista la auditoría más exigente de los miembros más recalcitrantes de la oposición.
A todo el mundo le gusta que los hospitales sean bien atendidos, que los locales sean modelos de pulcritud, de higiene. Duele señalar como ejemplos, que los hospitales públicos funciones con la limpieza, pulcritud y orden con que operan los baños de negocio de comidas de la señora Miguelina en Bonao o de la bomba de gasolina situada a la entrada hacia el puerto multimodal de Boca Chica.
Tenemos ese gran compromiso, hacerlo bien.

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