El compromiso cívico de mañana

El compromiso cívico de mañana

Poco más de cinco millones de electores tienen el derecho de acudir mañana a los colegios electorales abiertos, que distribuidos en todo el país, recibirán las esperanzas de la ciudadanía hacia el candidato que aportaría más garantías de luchar contra la pobreza, de ordenar el Estado para impulsar el desarrollo y restaurar la confianza perdida.

Con un entusiasmo cívico increíble, similar a lo ocurrido para las elecciones de mayo de 1978, la ciudadanía se ha mantenido militantemente decidida a demostrar sus deseos, en estas elecciones del siglo XXI, a que tiene el derecho a que se gobierne para el bien común y que los latrocinios cometidos con los recursos del Estado deben ser castigados y erradicados del sistema democrático, si en verdad queremos vivir bajo el ordenamiento de un gobierno civil representativo.

De todas maneras, los temores, ya enraizados en los dominicanos que siempre esperan lo peor por la renuencia de los políticos de no admitir sus derrotas o de alegar fraude, hace que la población se avitualle de comestibles, combustibles y bebidas, en prevención de lo que pudiera ocurrir. Hasta ahora nunca ha ocurrido nada de envergadura similar a lo 1978, cuando sectores militares quisieron desconocer la voluntad del pueblo expresada en un masivo apoyo a don Antonio Guzmán, candidato del PRD, electo como presidente.

Ahora el país ha estado acompañado de la beligerancia e impúdicas manifestaciones del grupo gobernante, que desde su instalación, hace ya 45 meses, afirmaban, y así lo hicieron, que todo lo del Estado era para ellos, y si algo sobraba, también sería para los miembros del grupo oficial que se apoderó del poder para ejercerlo y disfrutarlo, y hubo algunos de sus dirigentes que llegaron a desechar cargos en donde los recursos presupuestarios no eran notables.

Escoltados y aprisionados por la más de las espantosas crisis económicas de la historia moderna, la población ha dado muestras, a través de encuestas independientes y creíbles, de que el rumbo de la Nación debe ser modificado en base a que un nuevo partido asuma el poder el 16 de agosto. El colapso de las inversiones, la pérdida del valor de la moneda, que ha enflaquecido los ingresos de millones de dominicanos provocados por tanto desaciertos de la conducción política y económica no ajustadas a la realidad, han destruido las esperanzas del PRD de obtener, por segunda vez, dos mandatos constitucionales consecutivos como fue de 1978 a 1986.

Dos fuerzas políticas, de una misma raíz, se disputan el favor popular del electorado, en que el ascenso popular de la más reciente apabulla y amplía el rechazo que genera la más añeja, desvirtuada de sus orígenes por las ambiciones de quienes abrazaron de una forma acomodaticia las prédicas de sus líderes, como fuera originalmente el profesor Juan Bosch y más luego José Francisco Peña Gómez.

La principal enseñanza que se desprende del enfrentamiento PRD- PLD es que el ciudadano ya no es la masa sumisa y la que se dejaba engañar por los demagogos; ahora busca defender sus derechos y proteger su tranquilidad, dándole las espaldas a quienes ofrecen villas y castillas con tal de continuar depredando el erario público, mientras la pobreza ha crecido en un 20% en un régimen que basaba su éxito en combatirla, y los resultados, son de un lamentable retroceso de la calidad de vida.

Parece ser que por el entusiasmo que existe, y como fueron por los resultados de masivas concurrencias a los mitines regionales y nacionales de los partidos mayoritarios para el cierre de campaña, hay indicios, muy positivos, de que la abstención tradicional se reduzca por debajo del 22% lo cual sería un logro de la vocación civilista nacional, cuya clase política todavía no lo reconoce y tiene sus esquemas basados en que al pueblo se le puede engañar todas las veces que se quiera para lograr sus objetivos de servirse de los recursos públicos.

Las elecciones son un reto para todos, y más con la novedad del voto en el exterior que presagia que originará serios dolores de cabeza que pudieran afectar los resultados electorales. El país ha esperado con paciencia, y admirable civismo, el día de mañana para hacer valer sus derechos, descartando así a los personeros que soñaban con las asonadas de fuerzas militares para convertirse en dirigentes de facto del país pero que ahora, pese al entusiasmo reeleccionista de algunos jefes militares, la cordura predomina en ese sector nacional, que los políticos casi siempre lo querían utilizar como ariete para sus ambiciones.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas