El compromiso de Warren Buffet

El compromiso de Warren Buffet

Comentario Editorial
En 1889, el artículo de Andrew Carnegie, “Wealth”(Riqueza), incluyó el comentario famoso de que “el que muere así rico, muere en desgracia”. El septuagenario Warren Buffet, el segundo hombre más rico del mundo, parece haber decidido que finalmente llegó el momento para repartir la mayor parte de su fortuna que supera los US$40 millardos. Singularmente, ha decidido confiarla a la Fundación Bill y Melinda Gates, que recibirá mucha mayor atención de su viejo amigo Bill Gates. 

Mayor atención recibirán, igualmente, las sumas comprometidas: el compromiso del señor Buffet es más o menos el mismo de los activos de la Fundación Gates de US$35 millardos.

Sin embargo, es conveniente ponerlo en perspectiva. La filantropía que se está dando en la actualidad en Estados Unidos supera los US$250 millardos al año. Las donaciones privadas en EEUU a la causa del desarrollo internacional favorecidas por la Fundaciòn Gates es mucho menor, probablemente alrededor de US$10 millardos anuales. Las asignaciones de la Fundación Gates, aún incluyendo el valor probable de la cesión del señor Buffet, está cercana a la cifra de un año de ayuda oficial al desarrollo. La Fundación, si bien es grande, no supera demasiado otros flujos de efectivo para el desarrollo.

Los señores Buffet y Gates son emblemas de la cultura filantrópica norteamericana: John Hopkins Comparative Nonprofit Sector Project estima que las donaciones promediaron 1.85% del producto interno bruto en años recientes. En el Reino Unido, la cifra es 0.84%, y los ciudadanos de otros lugares son más cicateros: en Francia, 0.32% del PIB; en  Japón, 0.22% y en Alemania, 0.13%.

Estados Unidos puede estar orgulloso de su generosidad. Muchos europeos parecen envidiarle a los norteamericanos ricos su riqueza, sin embargo hay pocas esperanzas de que los multimillonarios hagan algo aparte de pagar los impuestos. Esto es un error según todas las cuentas. Tanto el señor Gates como el señor Buffet han hecho mucho para ganarse su dinero, y lo más importante, es que no se puede ni se debe esperar que el Estado realice todo el bien que se necesita hacer en el mundo.

Los señores Buffet y Gates han sido magnánimos, pero la forma de hacer el regalo es tan importante como su volumen. El capitalismo da resultados porque el mercado se encarga de deshacerse de negocios fracasados, no porque los hombres de negocios sean inherentemente brillantes. Al faltarle la disciplina del mercado, la Fundación Gates ha sustituído correctamente lo que parecen ser las evaluaciones rigurosas del éxito y el fracaso, y parece dispuesta a deshacerse de los proyectos inadecuados. A los burócratas no les gusta mucho este enfoque, pero tampoco a muchos filántropos. Si la Fundación Gates tiene éxito, será porque hizo lo que los políticos no harían.

Mientras tanto, el señor Buffett merece crédito por estar dispuesto a delegar en el señor Gates. Muchos filántropos han estado más dispuestos a hacerse recordar mediante una burocracia inmortal, que a hacer el bien. Andrew Carnegie advirtió amargamente que el 95% de las obras filantrópicas era inútil o activamente dañina. Y sin cuidado alguno, “sería mejor para la humanidad que los millones de los ricos se arrojaran al mar”. El señor Buffet parece estar de acuerdo.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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