El concepto de inflación importada
¿Cómo medir el impacto de la inflación importada?

<STRONG>El concepto de inflación importada<BR></STRONG>¿Cómo medir el impacto de la inflación importada?

El concepto de inflación importada tiene una larga historia. Los economistas reconocen que existe, pero no concuerdan en si puede motivar alzas generalizadas e irrefrenables en los precios. Algunos dicen que un aumento en el costo de las importaciones puede provocar un período prolongado de inflación.

Otros señalan que si la política monetaria es lo suficientemente ajustada, puede restringirla antes de que el impulso alcista pueda contagiarse a todos los sectores de la economía. Pero el debate sobre la volatilidad importada es muy diferente. Ningún experto duda que la volatilidad en los mercados financieros pueda contagiarse y hacer mucho daño.

Lo que hoy esta en discusión es cómo los países pueden protegerse y cómo se puede rediseñar el sistema financiero internacional para que en el futuro la volatilidad no se vuelva a transmitir.

La inflación importada es una de las causas de inestabilidad financiera en economías pequeñas y abiertas como las de la RD. Por ello, es importante identificar las causas de la inestabilidad financiera que padece el país, ya que si ella fuese principalmente de origen importado y erróneamente aplicáramos soluciones relevantes para controlar la inflación cuando ésta es de origen interno, causaríamos sin quererlo el estrangulamiento de dicha economía. Por ejemplo, si la inflación ha sido causada por el alza de los precios del petróleo y para corregir ese problema erróneamente restringimos el crédito interno correríamos el riesgo de paralizar el país.

¿Qué es y cómo se mide?

La inflación importada que padecen las economías pequeñas y abiertas está determinada por tres elementos básicos: (1) por la “canasta” de las importaciones, es decir, el porcentaje del total que importamos de un determinado país o región; (2) por la inflación doméstica que existe en cada “país suplidor” de nuestras importaciones; y (3) por las fluctuaciones del dólar de los Estados Unidos con respecto a monedas de terceros países, ya que nuestras monedas solo tienen acceso a los mercados mundiales a través del dólar. Así, si el dólar se devaluara con respecto al yen japonés y el país realiza importaciones provenientes del Japón, esto seria causa en la economía de inflación importada, ya que para obtener una determinada cantidad de yenes necesitaríamos una mayor cantidad de dólares y consecuentemente una mayor cantidad de nuestra moneda local.

Así, haciendo cálculos tomando en cuenta los factores anunciados, podríamos estimar que la inflación importada en la RD ascendió a un porcentaje cercano al 2.7% (2.2% de EU) en 2007. Por ello, como forma de medir también el nivel de incidencia de la inflación importada con respecto a tasa de la inflación total que la economía está padeciendo se puede obtener multiplicando la inflación importada por el cociente de las Importaciones/Producto Interno Bruto (PIB). Es decir, que si las importaciones nacionales representan el 30.8% del PIB, la inflación importada habría contribuido a la inflación promedio de 6.14% con 1.9%. Esta información es sumamente importante para analizar y poder dar respuesta adecuada al problema inflacionario.

¿Qué hacer?

Una de las medidas más comunes para poder combatir la inflación importada en un país sería sencillamente intentar importar solo de aquellos países que tienen niveles bajos de inflación. Sin embargo, por razones tecnológicas o de financiamiento dicha posibilidad podría verse seriamente limitada. Por ello, en esencia, lo que más bien han surgido hoy son algunas medidas de protección. Aunque no son completamente satisfactorias, por el momento son los remedios de facto. La verdad es que no hay aún ningún mecanismo que opere a nivel global para atenuar o impedir el actual contagio financiero, pero los países han encontrado formas de protegerse de los peores efectos de la volatilidad importada. Han acumulado reservas, abandonado los tipos de cambio fijos, y han refinanciado sus deudas en moneda extranjera por deuda en moneda local.

Aun así sigue siendo clave en una economía abierta considerar la relación existente entre la producción interna, las importaciones y el nivel de precios.

Y posiblemente, el aspecto más importante relacionado a la estabilidad de precios y las importaciones, está en la “simetría” que se requiere entre las políticas fiscales y monetarias por un lado, y la cambiaria (especialmente controles) por el otro. También suele reconocerse el “costo político” que para un gobierno representa disminuir su gasto público o aumentar sus impuestos para cerrar la brecha fiscal; o restringir, aunque sea bajo el mejor “sistema de prioridades”, el crédito interno de la economía. Cualquiera de estas opciones, aunque saludables en el mediano plazo para salvaguardar la estabilidad financiera del país, tiene necesariamente en el corto plazo un impacto negativo en el crecimiento económico y en el empleo. Otros pensarían en diversificar la tenencia de las reservas internacionales, a fin de evitar el impacto negativo de las devaluaciones del dólar de los Estados Unidos. Sin embargo, imagínense lo que sucedería si el dólar en lugar de devaluarse se revaluara.

De allí se desprende que la búsqueda de la estabilidad ha llevado a algunos a protegerse de la volatilidad importada de otra forma. Desde mediados de los años 90’s muchos países de América Latina han estado acumulando enormes cantidades de reservas en moneda extranjera, sobre todo en dólares. Las necesitaban para enfrentar súbitos aumentos en la demanda por divisas, la que usualmente venía en el momento en que había una conmoción en el sistema financiero internacional.

Estas reservas han servido para evitar el contagio. Los bancos centrales de muchos países emergentes ahora cuentan con políticas creíbles y mucha liquidez y, en algunos casos, mucho más de las reservas necesarias. Éstas se han vuelto tan grandes que algunos han comenzado a reclasificarlas como activos permanentes. Incluso Chile ha empezado a llamar a su fondo de estabilización económica y social un “fondo soberano de activos”, como forma de pensar que el nivel de reservas no es un montón de dinero inmovilizado y con bajos retornos para protegerse de una amenaza que ya ha sido neutralizada, sino que viene a ser como un activo nacional.

Si bien se advierte sobre varios posibles puntos de incidencia de la crisis estadounidense en la región, lo cierto es que el frente inflacionario constituye la peor amenaza global. Ya sabemos que Estados Unidos enfrenta hoy una situación muy compleja, ya que tiene frente de sí un problema originado por falencias en la regulación de los mercados financieros y debió recurrir a la política monetaria para morigerar sus efectos.

Pero el problema que subsiste detrás de ello es que está relajando la política monetaria en un escenario que encuentra al nivel de actividad con poco ritmo de crecimiento e inflación en ascenso, por lo que futuras reducciones en las tasas de descuento de la Reserva Federal (FED) no harían otra cosa  que echarle más combustible al fuego inflacionario.

¿Y en qué afecta esto a los países latinoamericanos? Bueno, paradójicamente Latinoamérica ha sido históricamente una región con altos niveles inflacionarios y varios episodios de hiperinflación. Hoy, la región está sufriendo un aumento de los niveles inflacionarios producto del incremento de los precios internacionales de los commodities. Además algunos países latinoamericanos también están experimentando mayores presiones inflacionarias ya que a la cuestión internacional se agrega un contexto de fuerte crecimiento de la demanda interna en los mismos. La clave de lo que sucederá en los próximos meses con el desempeño económico de los países de la región dependerá de la actitud que tomen frente a un mayor nivel de inflación.

Si deciden ajustar sus metas inflacionarias incorporando la nueva realidad económica mundial, sus economías sufrirán menos aunque convivirán con un alza mayor en los precios.

Si optan por mantener sus actuales objetivos inflacionarios deberán recurrir a una política monetaria más estrecha que, si bien logrará desacelerar el crecimiento económico, también mantendrá alineado el valor de la moneda local.

La cifra

2.69%  es la tasa de incidencia  de la inflación importada en el nivel de precios promedio de la economía dominicana al año 2007. Cerca de 2.21% corresponde al efecto de las importaciones de los EEUU, 0.44% a Venezuela, 0.27% a México y -0.24% a Colombia.

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Un nuevo fenómeno

Si un país tiene una sana política fiscal y monetaria, su moneda debería mantener su valor frente a los bienes y servicios, y su tipo de cambio debería ser estable, según la teoría económica neoclásica. Pero la llamada teoría del juego postula que el resultado depende de cuáles sean las políticas de los demás países del mundo. Si éstos son menos prudentes, la moneda del país cauto se fortalecerá porque los inversionistas la buscarán como un refugio.

Así, el país prudente experimenta una explosión en el valor de sus activos, pero sus indicadores de empleo y de crecimiento económico real no logran mantener el ritmo. Es un fenómeno nuevo en América Latina que implica problemas para las autoridades. Mientras Estados Unidos trata de enfrentar su crisis de crédito, las monedas de estas naciones no se desploman, sino que suben de forma des-medida, beneficiando a aquellos con activos financieros en dólares.

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