El concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

El concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

§ 45. Dos cuentos le presentaron dificultad a Pedro Vergés: “La Nochebuena de Encarnación Mendoza” y “Luis Pie”, clasificados una vez como “de carácter social” (“La obra narrativa de Juan Bosch”. Tesis doctoral: Universidad Autónoma de Madrid, 2003, que abrevió Tesis doct, seguido de la página. Aquí, 418); y, en otras ocasiones, como “del mundo de la caña” (ibíd., 452, 374-75), porque no son, ambos, cuentos “rurales o cibaeños” (íbíd., 353).
Al calificar a “El indio Manuel Sicuri” junto con “Rumbo al puerto de origen” como cuentos “de corte predominantemente psicológico”, se plantea un problema. Si bien lo sicológico está muy presente, no es por este rasgo que el indio aimara mata al cholo Jacinto Muñiz, sino por una afrenta que, al infringir el código de honor de los campesinos bolivianos, se lava con sangre, es decir con la muerte, que es la idéntica manera en que obran los campesinos cibaeños de Bosch en condiciones similares.
El aspecto sicológico que señala Vergés es importante. Pero Manuel Sicuri no mata al cholo por ira, pasión o venganza, como lo hacen los campesinos cibaeños de Bosch, sino por un asunto de justicia que los códigos de los hombres no le pueden resarcir. En Manuel Sicuri, la ausencia de ira, pasión o venganza en la acción de matar al cholo peruano se deba quizá a una diferencia cultural o a una inteligencia que no poseenlos campesinos cibaeños de los cuentos de Bosch. De todos modos, los antropólogos que han estudiado las civilizaciones azteca , maya y andina resaltan el carácter complejo de los códigos de esas culturas y el carácter refinado de su filosofía y su literatura, así como de su religión politeísta y animista a los cuales hay que añadirles el código medieval del honor y la religión católica incrustados a aquellas culturas indígenas conquistadas por España.
§ 46. “Luis Pie” es el resultado de la polémica que enfrentó en La Habana a Bosch con Rodríguez Demorizi, Marrero Aristy e Incháustegui Cabral en 1942 a propósito del racismo anti haitiano de estos tres intelectuales trujillistas. Véase los detalles en mis “Estudios lingüísticos, literarios, culturales y semióticos”. SD: UNAPEC, 2011, (pp. 342-351).
En cuanto a “Luis Pie” y “La Nochebuena…”, hay que leerlos como el resultado de la emigración de braceros haitianos utilizados por el enclave azucarero norteamericano del Este, cuyo asiento y feudo está en La Romana; y, en el caso de Encarnación Mendoza, como el cuantificador universal que representa a todos los agricultores de la región Este que no han sido desposeídos de su tierra situada en los cerros colindantes con los cañaverales del Central Romana o con los de los colonos del enclave: las colonias Adela o la Gloria.
Aunque el texto no lo informa, es posible que Encarnación Mendoza sea uno de esos agricultores que, aunque no desposeído de su predio, se encuentre en la situación de trabajar para el Central en la época de tiempo muerto y vuelva después a su predio a cultivar “yuca y algún maíz” y a recoger “leña” para consumo propio una parte y vender en el batey el excedente, como hacen todas “las familias que vivían en las hondonadas” de los cerros (Cuentos más que completos. México: Santillana, 2001, p. 185, que abrevio así:Cmqc, seguido de la página).
Nina, la mujer de Encarnación Mendoza, vive al pie de los cerros y el batey donde envía a su hijo Mundito a comprar un poco de “harina, bacalao y algo de manteca”. El texto nos informa que “tenía unos cuantos centavos que había ido guardando de lo poco que cobraba lavando ropa y revendiendo gallinas” a la gente del batey (Cmqc, 186). A los agricultores que viven en las hondonadas de los cerros no les va a lavar y planchar ropa, pues estos, muy pobres también, realizan ellos mismos estas labores. El cuento no nos informa qué hacía Encarnación Mendoza aquel 24 de junio día de San Juan ni en qué lugar se encontraba cuando el cabo Pomares le faltó al respeto y le propinó una bofetada y por tal razón el ahora prófugo se vio obligado a matarle para lavar la afrenta, pues Encarnación Mendoza era hombre que “estaba acostumbrado a hacer lo que deseaba; nunca deseaba nada malo y se respetaba así mismo.” Esto es lo que exige cualquier código medieval del honor. Por respeto a sí mismo sucedió lo del día de San Juan, cuando el cabo Pomares “le faltó pegándole en la cara, a él que por no ofender no bebía y que no tenía más afán que su familia.” (Cmqc, 188).
El personaje cumple con el código de honor, como lo hacen los protagonistas de los cuentos cibaeños de Bosch, cuyo código moral el narrador ha trasladado al enclave azucarero del Este simbolizado por el Central Romana y los matones de la dictadura trujillista que cuidan el capital extranjero, ya con sobrenombres, apodos o hipocorísticos como los del raso del Ejército Solito Ruiz, quien nos recuerda la sangrienta dictadura de los Seis años de Báez y sus sicarios Baúl y Solito, mientras que el sargento Rey nos remite al célebre machetero Apolinar Rey, uno de los generales de “buche y pluma nomás” cooptados por el trujillismo en el desfile de adhesión en Monte Cristi.
¿Estaba Encarnación Mendoza en el batey donde el cuento ubica el destacamento militar del Central comandado por el sargento Rey (Cmqc, 187) y a cuya bodega se dirigió el hijo de Nina a comprar harina, bacalao y manteca para la cena de Nochebuena? El prófugo tenía seis meses escondido en las estribaciones cordilleranas de El Seibo. Huía de los sabuesos de la dictadura trujillista y sus matones. Aquel 24 de diciembre, el narrador transfiere al Este el código de honor del campesino cibaeño, sin saber que ese código ya existía en aquella región, y se inventa a Encarnación Mendoza, doce años después de la consolidación del poder trujillista y en cuyo régimen matar a un guardia era castigado con la muerte, aunque en el país no había pena de muerte. En este cuento de Bosch, visto desde el exilio, Encarnación Mendoza simboliza la imposibilidad de enfrentar la dictadura desde dentro y desde fuera.
Cayo Confite, Luperón y el 14 de junio de 1959 serían la prueba contundente, aunque hubo gente que planteó todo lo contrario. El Bosch político responde, con toda probabilidad a los lectores del exilio político diseminados por América Latina y los Estados Unidos, ni siquiera a un lector virtual de nuestro país sometido a una férrea censura.

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