El concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

El concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

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§ 47. Ningún cuento o novela de Juan Bosch puede ser leído sin el contexto político, cultural y literario que acompañará hasta su muerte al escritor y político.
Desde fuera, “Victoriano Segura” simboliza al apestado antitrujillista, constantemente apresado por la policía como forma de control. Aislado por los vecinos, la presión y el rechazo le obligan a abandonar el barrio, no por culpa de la lepra, que no la padece, sino su suegra y su mujer, contagiadas del antitrujillismo invisibilizado de Victoriano.
Las obras literarias no son reflejo de la realidad. La lepra contraída por la suegra y la mujer de Victoriano Segura no es literalmente la enfermedad causada por el bacilo de Hansen. La lepra en este cuento es el antitrujillismo de Victoriano, preso varias veces, según se dice en el texto, y al no decir por cuál razón, esto se traduce en silencio político. El acoso de la policía y el hecho de que los vecinos no sepan por qué, es ya peligroso. Si hubiese sido por robo o delitos comunes, el barrio lo hubiese sabido en el acto.
Lo que nadie se atrevía a decir en el barrio era que Victoriano Segura estuvo preso y se le vigilaba por política antitrujillista (Cmqc, 186). De ahí la metáfora del vacío que se le hace y el rechazo a su conducta “extraña”. Ni siquiera el salvamento de la madre del libanés José Abud en medio del incendio le permite a Victoriano su integración a la comunidad. Estaba bajeado, como se decía en la Era. Todo el mundo cruzaba a la acera del frente, cabizbajo.
Al menos, así quería Bosch que recordaran este cuento, escrito en homenaje a un amigo suyo que sufrió de esta “lepra política”. Este tipo de cuento nunca aporta los móviles y causas, sino que los silencia para despistar. Pero lo que me permite restablecer el sentido de ese “vacío” u olvido del narrador es el contexto político, histórico, cultural y social de la biograafía de Bosch, el político de pies a cabeza que, incluso, abandonó la escritura por la política y siempre quiso que su obra literaria fuera analizada y leída desde la dimensión de lo político, sin confusión entre su obra y su biografía, como se estila en Sainte- Beuve y sus secuaces.
§ 48. En una cultura absolutamente machista como la que primó desde la época colonial hasta la independencia de 1844, y de esta hasta hoy, uno encuentra en la ideología medieval del honor y en las Siete Partidas de Alfonso el Sabio la explicación a los feminicidios por adulterio, o simplemente por sospecharlos el marido, y ejecutados por los protagonistas masculinos en la vida real de la dictadura que vivió Juan Bosch y que nosotros, exiliado él, vivimos, los que nos quedamos aquí, a través del programa “El Informador Policíaco”, de José Antonio Rodríguez (Rodriguito), por La Voz Dominicana.
Eran asesinatos de verdad, feminicidios que ocurrían de vez en cuando y encontraban su justificación en los códigos morales, pero no en virtud del mandato del código bíblico que prohíbe matar. Sin embargo, en los cuentos del mundo cibaeño de la narrativa boschiana, si no yerro, solo hay un feminicidio, el de “La desgracia”, y no cometido por el marido campesino, ausente en La Vega, sino por el suegro del marido, el viejo Nicasio, quien mata moralmente. Pero el personaje principal no ejecuta el infanticidio directamente, sino que se lo deja al torrente de lodo y agua que arrastra a Inés a la muerte: «¡–Que ni en la muerte tenga reposo tu alma!–gritó [el viejo Nicasio a su hija Inés]. (…) Vio a su hija lanzarse al agua, que corría arrastrando lodo, y a la lluvia que caía a torrentes, y sintió deseos de echarse sobre una silla a descansar, tal vez a dormir. Si hubiera sabido llorar lo hubiera hecho, aunque hubiera sido solo con una lágrima. Pero se rehízo pronto, cruzó el bohío y salió hacia la cocina. (…) –¡Liquito! –Busque el burro y póngase un pantalón, que se van pa’ casa conmigo Inesita y usted.» (Cmqc, 213).
El otro caso donde pudo haber un feminicidio por adulterio, puesto que fue premeditado mas no se cumplió, ocurre en “El chuchillo”, donde el protagonista sin nombre planifica la muerte de su mujer que le abandonó y su nuevo marido, Saro. El protagonista del cuento no ejecuta la acción por las razones invocadas anteriormente cuando se esgrimió el mandato superior que exige perdonar a los amantes para que el personaje central se engrandezca moralmente al superar incluso el código del honor (Cmqc, 107). En otro cuento como “Papá Juan”, Nico asesina a Minguito porque estaba, supuestamente, enamorado de Mariquita, a quien el homicida pretendía: «–Don Juan… Fue aposta… Él estaba enamorado…. Enamorado… de Mariquita…» (Cmqc, 83).
§ 49. Todo esto autoriza una pregunta: ¿por qué si nadie puede invocar el ignorar una ley después de 48 horas de promulgada, los machistas dominicanos siguen cometiendo feminicidios casi todos los días del año a pesar de que hace 20 años la Ley 24/97 eliminó del Código Penal el adulterio como delito? Si la incompatibilidad de caracteres es una causal suficiente para que el juez decida un divorcio, ¿por qué los hombres siguen casi a diario matando mujeres?
Esta es la respuesta: Porque una ideología como el machismo y el código de honor que la valida, acompañada de la creencia de la mujer es un objeto sexual, una propiedad privada, tienen miles de años funcionando en Occidente y quinientos años en los países hispanohablantes colonizados por España. Las ideologías y las creencias no se cambian en veinte años, tiempo que tiene de promulgada la Ley 24/97. Una muestra de “atraso” de nuestro hombre dominicano, dirán los racionalistas partidarios del binarismo civilización/barbarie, es decir, del progreso opuesto al atraso de la mentalidad de esos sujetos campesinos, marginados y urbanos que en vez de acudir a los tribunales y solicitar el divorcio por incompatibilidad de caracteres, matan a su pareja.
Esos asesinos conocen la ley que les condenará a veinte o treinta años de prisión, pero, aun así, cometen el crimen, como lo cometió el viejo Nicasio porque su hija le fue infiel a su marido Manuel o intentó cometerlo el protagonista de “El cuchillo” porque su mujer le abandonó por otro hombre.

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