El Concurso de Pintura de INAPA : un triunfo

El Concurso de Pintura de INAPA : un triunfo

No había un asunto más motivador, crucial y accesible a todos, que “El agua, fuente de vida”, propuesta del primer certamen nacional organizado y auspiciado por el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado, con la anuencia del Ministerio de Cultura.

El tema responde, más que cualquier otro, en lo universal a las preocupaciones de la humanidad por el presente y el futuro de nuestro planeta azul, y, en lo nacional, a la situación empobrecida de los recursos acuáticos, con su dependencia total de las lluvias, la desaparición de los ríos y la contaminación también muy grave. ¡Aguas negras, basura y plásticos, versus aguas otrora cristalinas, flora y fauna!

Siendo los artistas particularmente sensibles, involucrarles en esta militancia ha sido una excelente iniciativa para la creatividad y la concienciación, dándoles además una gran oportunidad con premios y menciones: al honor se agregó un estipendio, y se duplicó la cantidad de menciones. El INAPA supo provocar la respuesta que ameritan tanto una causa trascendental como un certamen concebido generosamente. La participación, abrumadora en la capital y las provincias, sobrepasó lo esperado: el tema aquí no ha coartado la creatividad, ni impuesto límites a la inspiración, ¡todo lo contrario!

La categoría visual elegida ha sido la Pintura, testimoniando su variabilidad técnica y empleando el lienzo como soporte con gran libertad de formatos, desde el tradicional “30 x 40” hasta polípticos y dimensiones murales… Una vez más, se ha comprobado que República Dominicana es un país de pintores.

La pintura no solo es la expresión de mayor auge y contundencia en el arte dominicano secular, sino que hoy la sigue siendo para el creador contemporáneo y los jóvenes artistas. Obviamente, no hay fuerzas ni presiones que puedan obviar una realidad, que se está manifestando planetariamente.

Exposición y selección. “El agua, fuente de vida” ha provocado un entusiasmo imprevisible… 452 obras participantes y 152 admitidas, sin que se distingan la notoriedad ni la generación de sus autores.

Resultados pictóricos admirables constelan todos los espacios de la Galería Nacional de Bellas Artes, salones y salas, primera y segunda planta, ¡debiendo construirse soportes adicionales! El conjunto de las obras impresiona por su nivel: no se pensaba que, con un tiempo mínimo de antelación en la convocatoria, tantas obras iban a concursar, e imperase tanta calidad. Otra satisfacción viene del hecho de que la inmensa mayoría de los artistas participantes presentaron obras ejecutadas para este concurso, aunque el reglamento también las aceptaba ya realizadas en los últimos dos años -fue la excepción-.

Expresión de personalidad individual y temperamento enérgico, se manifiesta una creatividad auténtica, lo que hace reconsiderar la pertinencia de un tema.

Cada artista participa con su estilo, más tradicional, más moderno, más contemporáneo… Estilísticamente, alternan el realismo en sus distintas vertientes, el neo-impresionismo, el expresionismo, el naturalismo aun, a menudo portadores de encanto y poesía.

Algunos abstractos rompen la figuración (ultra) dominante, y talentos emergentes, ya más que prometedores, figuran junto a nombres magistrales o confirmados, sin discriminación alguna en la disposición y el montaje. Todos, dentro una gran limpidez de ejecución, conjugan la inteligente conceptualización del tema, la reflexión sobre el agua, y esa misma comprensión de su relación con la vida. ¡La exposición es impactante!

Los premios. Rosalía Hernández, artista de particular sensibilidad social, destaca, en el primer lugar, una extrema habilidad de obra abierta. Entre la geometría sensible y la interpretación vital –necesitamos agua y aire–, la fluidez y la simplicidad, el monocromatismo pluritonal e increíblemente opulento, la obra exhala una poesía exquisita.

José Pelletier obviamente ha impresionado al jurado con sus tres lienzos, abstractos y sugerentes. Su segundo premio destaca el esplendor del efecto óptico, el vigor del azul agredido por el dramatismo del rojo, la audacia perfectamente controlada del gesto impulsivo… en un “tsunami” pictórico.

Wali Vidal, siempre definido en su actitud de observador crítico, fustiga la negligencia culpable que transforma la cañada en vertedero, mientras trata de resistir una vegetación raquítica… La tendencia neo-pop del autor gesta un cuadro impecable en su factura y demostración: es un gran tercer premio.

Las obras seleccionadas, en una proporción fuera de lo común –hasta en las Bienales– manifiestan tanta calidad, de la concepción a la realización, que la decena de menciones, de hecho premios de adquisición, no basta para reconocer sus aportes. Y el público no ha dejado de expresar su sorpresa ante la excelencia de la selección.

Ahora, no disponemos de espacio para escribir diez comentarios individuales, ni queremos singularizar a algunos. Sencillamente, afirmaremos que cada discurso, en su propia dimensión, suma el manejo técnico, la idoneidad conceptual, el grado de fantasía siempre requerida para que la obra cautive la atención y la imaginación…

En fin, el INAPA, para este primer concurso –aparentemente va a institucionalizarse–, ha logrado un precedente formidable y regocijante que corresponde a la estética del arte dominicano y a su altura.

Es un testimonio de que, a través del lenguaje fascinante de la pintura, se contribuye a hacernos reflexionar sobre el agua y por nuestra común responsabilidad, para que se preserve y se desarrolle esta máxima fuente de vida.

El arte tiene potencial y poder.

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