El CONEP y su responsabilidad social empresarial

El CONEP y su responsabilidad social empresarial

La organización que agrupa y representa al empresariado a nivel nacional, por boca de su nuevo presidente, prende desligarse de toda responsabilidad política, social, moral y ética para cargarle el dado solo al Gobierno culpándolo del estado de indefensión, atraso, desigualdad e iniquidad que determina y caracteriza la dramática situación vivida por el pueblo dominicano.

Es indudable que la mayor parte de esa responsabilidad le corresponde a los líderes y dirigentes políticos que desde la fundación de la nacionalidad, han enarbolado, con distintos matices el autoritarismo, el patrimonialismo y el rentismo clientelar para manejar a su antojo la cosa pública, sin que en ningún momento de nuestra historia hayan dejado de contar con el concurso y auxilio de grupos poderosos haciéndose imprescindibles pudiendo así, bajo su protección, amasar y acrecentar grandes fortunas en compensación por los favores recibidos, su colaboración y lealtad política o partidaria.

Por largo tiempo ese pequeño grupo empresarial que constituía parte de la oligarquía criolla, se mantuvo en un bajo perfil. Igualmente los líderes políticos de otrora no tenían la ambición desmedida de riqueza que Trujillo, dueño y señor del poder absoluto, con mentalidad burguesa, acuñó y exhibió con entera impunidad. Desaparecido físicamente el Ilustre Jefe, el empresariado enseñó sus garras apoderándose de la confiscación de sus bienes y múltiples empresas, aumentando la cuota de poder que les permitiera conspirar y derrocar el gobierno democrático del Profesor Bosch y fortalecer su alianza reaccionaria con el Dr. Balaguer, arquetipo del autoritarismo, el proteccionismo y el clientelismo, desarrollado a partir de la Revolución de Abril y su fatídico periodo de los 12 años.

Con el entroncamiento del neoliberalismo y la globalización, se impuso el mito del mercado libre convirtiendo a los políticos en empresarios y los empresarios en políticos en un abierto maridaje que rompe la tenue y efectiva línea de separación que les distinguía mediante “una política deliberada del Estado y las corporaciones que conduce a pequeños sectores de gran riqueza, una gran masa de miseria y una población superflua, mantenida en la ignorancia, desprovista de derechos que no contribuye en nada a la generación de ganancias, vistas como el único valor humano. (Chowsky).

Ese entramado político-empresarial, precisamente, compromete, por igual, su responsabilidad frente al estado agónico, de desesperación, en que se halla sumida gran parte de la población (la fuerza de trabajo) obligada a aceptar salarios que no alcanzan cubrir la canasta familiar, imposiciones y estrecheces temerosa del desempleo, o buscársela a como dé lugar para sostener precariamente el entorno familiar, al tiempo de ver cómo se le escamotea y pone en peligro las débiles conquistas laborales ante la pretensión del CONEP de modificar y des- regularizar el Código de Trabajo para obtener mayores ventajas y beneficios.

Es tiempo de cambiar de mentalidad, de pasar la página. El liderazgo político, y empresarial, unido, les corresponde, junto con la fuerza sindical, asumir sus responsabilidades. Mejorar sustancialmente la suerte de la clase oprimida, no con dádivas que denigran, sino con políticas públicas sanas y eficientes que conjuren toda amenaza de estallido popular desbordado de violencia.

Publicaciones Relacionadas