Después de meses de bloqueo, y al cabo de un fin de semana frenético de negociaciones, los líderes del Congreso de Estados Unidos aprobaron un nuevo paquete de estímulo a la economía por valor de 900.000 millones de dólares, para ayudar a las familias y a las empresas a afrontar la devastación económica provocada por la crisis del coronavirus.
El paquete aprobado el domingo, la primera gran inyección de dinero público desde abril, es uno de los más grandes de la historia, aunque no llega a la mitad de la cuantía que se desembolsó en la ley de estímulo aprobada en marzo. Las ayudas contempladas en aquel paquete estaban ya expirando y el bloqueo en el Capitolio estaba dejando a millones de estadounidenses sin ayuda federal.
El acuerdo llega cuando Estados Unidos sufre más que nunca el azote de la pandemia, que se ha cobrado ya más de 317.000 vidas en el país, y cuando acaba de arrancar la gran operación de inmunización, con la vacuna de Pfizer administrándose desde la semana pasada y la de Moderna a punto de empezar a hacerlo ayer.
“Por fin podemos informar de lo que nuestra nación necesitaba escuchar desde hace mucho tiempo”, ha dicho el domingo por la noche el senador Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana. “Hay más ayuda en camino”.
Las ayudas contempladas en el paquete incluyen un suplemento de 300 dólares semanales a las prestaciones por desempleo y una nueva remesa de cheques entregadas a la mayoría de los estadounidenses adultos, como la que se repartió en primavera, pero por un montante en esta ocasión de 600 dólares (la mitad que el anterior). Hay también ayudas a las empresas, y fondos para los colegios, centros de salud y arrendatarios que se enfrentan a desahucios.
Los líderes de la Cámara de Representantes habían informado a los legisladores de que se votaría ayer , y estaba previsto que el Senado lo haga también el mismo día. Junto con el paquete estaba previsto que se apruebe un plan para mantener financiado al Gobierno hasta septiembre, por un montante de 1,4 billones de dólares que, sumados a los 900.000 millones del paquete de estímulo, constituiría un coloso de 2,3 billones y sería el último logro legislativo del Congreso antes del final del año.
La dificultad de alcanzar un acuerdo obligó a los congresistas a aprobar una pieza de legislación que les permitía eludir el cierre gubernamental.