POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Será en Kalamos, y no en Atenas, el congreso internacional que cada cuatro años reúne a los espeleólogos del mundo en torno a la Unión Internacional de Espeleología, reconocida por sus siglas en francés UIS (Union Internationale de Speleologie). El pasado congreso fue en Brasilia, Brasil.

Era casi seguro que este congreso, a celebrarse del 21 al 28 del próximo mes de agosto, se celebraría en la ciudad de Pau, Francia, muy cerca de la frontera con España. Pero amarres de última hora se llevaron el congreso para Atenas, una ciudad hermosísima (de seguro) y con sobrada historia rodando por sus mármoles entre templos y “partenones”, pero definitivamente turística, lo que encarece su visita y hace casi incosteable la participación de un espeleólogo del Caribe y el tercer mundo… imagino que imaginan a quien me refiero.

Yo no sé en que tesitura estarán los demás espeleólogos de América, principalmente los de estas islas caribeñas. Pero a esta hora tienen que ser muchos los que lamentan haber respaldado la propuesta de los espeleólogos griegos de llevarse el congreso. No solo por lo lejos y caro del viaje, sino que a última hora la sede del congreso fue cambiada de Atenas a Kalamos, una islita del mar Jónico que puede ser todo o linda del mundo, pero donde el manejo turístico le va a exprimir hasta el último euro a todo el que llegue… bueno, a todo el que lleve euros, porque habrán participantes del tercer mundo que tendrán que llevarse algunas funditas de pica-pollo para poder sobrevivir… imagino que ustedes imaginan a quien me refiero.

El primer gran escollo es que todos los vuelos de agosto hacia Europa, específicamente hacia París (Francia) y Madrid (España) están todos vendidos, salvo algún espacio para el día 17, lo que significa que uno se pasaría cuatro días (en Madrid, en París o en Atenas) deambulando para arriba y para abajo hasta que comience el congreso en Kalamos. Eso significa cuatro días de hospedaje y comida pagados en euros, euros que no están, si acaso aparecen los de cubrir la estadía y comida en Kalamos, porque para esa fecha ya se habrán acabado las raciones de pica-pollo. Y debe ser triste para un caribeño andar entre ruinas griegas mirando a ver si se le han caído dos o tres euros a algún despistado turista para conseguirse un “hamberguer”. Imagino que ustedes imaginan a cual caribeño me refiero.

El problema es que para estar al tanto de todo lo que se mueve en el mundo en términos de espeleología, manejo de cavernas, protección de las cuevas, turismo espeleológico, modernas técnicas de investigación en cuevas, de los últimos adelantos en materia de exploración en cuevas verticales, de las más recientes publicaciones sobre cuevas en el mundo; y naturalmente, para exponer ante la más grande reunión de espeleólogos del mundo lo que se hace en la República Dominicana con nuestras cuevas, hay que ir hasta allá. Y cuando hablo de ir hasta allá, imagino que ustedes imaginan quien es que debe ir hasta allá.

Ahora, por más imaginativos que ustedes sean, no imaginan los malabares y buenabares que hay que hacer para reunir las posibilidades ($) de aparecerse en esos congresos a representar a la República Dominicana. Y como no lo imaginan, y esto no se le puede dejar a la imaginación, lo mejor es que se enteren que para participar en el Congreso de la Unión Internacional de Espeleología en Kalamos, Grecia, necesitamos la colaboración de todo el que respalda el trabajo de espeleología, protección de las cuevas, investigación y protección del arte rupestre aborigen, protección de las aguas subterráneas y hasta el desalojo de cucarachas de las cuevas.

Todo el que sienta algún compromiso con el trabajo con las cuevas de nuestro país, debe sentirse también compromisario con que estemos del 21 al 28 de agosto en Kalamos, Grecia. De manera que, esos compromisarios, por favor comuníquense conmigo al 809-697-1186, o al correo abreudomingo@gmail.com para coordinar su colaboración. Primavera (mi hija) ya me aportó un dólar. A los amigos y amigas más cercanos les iré directamente. Hay que estar en Kalamos en agosto.