Al iniciarse el 2014, nos encontramos con un nuevo año colmado de expectativas. Los tres partidos mayoritarios organizan eventos de importancia para su futuro. El Partido Reformista tiene pactada su Asamblea de Dirigentes para escoger autoridades para el día 26 de enero. Se sabe que varias tendencias se disputan la dirección y afloran ya propuestas concretas a ser presentadas.

El reformismo se juega su futuro a partir de la decisión que tomen los delegados ese día ques celebramos el natalicio del Patricio Juan Pablo Duarte. Los últimos acontecimientos internos han demostrado que los principales dirigentes reformistas son capaces de llegar a acuerdos tendentes a fortalecer ese partido, dejando atrás las disputas.

Todos los reformistas que aspiran a posiciones dirigenciales son meritorios, muchos de ellos han echado canas en las luchas partidarias, eso no se pone en duda. Sin embargo, en este momento crucial para el futuro de esa agrupación política, que está llamada a llenar un vacío en la propuesta electoral venidera, es necesario que se le presente al país una opción de consenso para dirigir el partido, donde estén representadas todas las tendencias visibles sin exclusión de ninguna clase, dentro de un esquema colegiado y que se evite la desagradable panorámica de un pugilato electorero de consecuencias impredecibles.

La sensatez, debe primar dentro de la alta dirigencia . Esos dirigentes son capaces de comprender, que las oportunidades políticas se presentan circunstancialmente, el actual momento es una de ellas. Los resultados de un diálogo abierto y sincero entre los que tienen decisión en el partido de seguro dará sus frutos. La historia del reformismo demuestra que todo lo positivo que hemos logrado ha sido con el consenso. Si el liderato reformista es capaz de comprender este mensaje, entonces habrá futuro, si el proceder es contrario, el futuro se diluirá en sus manos.