El consuelo de los dominicanos

El consuelo de los dominicanos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Por cientos de años los dominicanos han encontrado en la intersección de Nuestra Señora de la Altagracia su apoyo y refugio para enfrentar los graves problemas, que muchas veces se nos presentan en la vida, desde los económicos, de salud, familiares y de cualquier otra índole, acudiendo a ella con peculiar devoción y confianza, y muchas veces, las plegarias encuentran respuesta de las formas más inauditas.

El economista Bernardo Vega tiene un apelativo muy original cuando los problemas económicos parecen que se resuelven por sí solos, y las crisis más oscuras, tienen salida a veces originales. De ahí que el Síndrome de Tatica adquiere especial significado en el accionar de la vida cotidiana de la economía nacional, como ocurrió hace pocos meses parecía que el país no se recuperaría de la grave crisis en que la sumergió el PRD, en su desastroso gobierno del 2000 al 2004. Pero de repente, y en poco tiempo, y a finales del 2005, se estaba experimentando índices de crecimiento superiores al 9% y con una tasa de cambio con cierta estabilidad, aún cuando asustada después que entrara en vigencia una peculiar reforma fiscal que todo el mundo creyó que puede pescar con ella como carnada, desde el gobierno hasta los empresarios, y con voracidad, le cayeron encima a los consumidores y contribuyentes para aumentar los problemas de estrechez del desarrollo social.

Con tantos problemas, agudizados por el malestar que se manifiesta por la forma tan burda de cómo se tratan las relaciones con Haití, en que la horrible tragedia de los 25 seres humanos asfixiados en la estrechez de un camión cerrado de transporte, produjo un impacto conmovedor, pero por escaso tiempo, y ni siquiera se ha visto una voluntad decidida para hacerle frente. Una vez más es necesario recurrir a la intersección divina, de manera que Nuestra Señora de la Altagracia, interceda en la voluntad de la gente y llene muchos corazones de compasión y de piedad, y al mismo tiempo, de inteligencia para que se enfrente correctamente las relaciones de dos pueblos, que coincidencialmente confían en la Madre de Dios, para buscar alivio que los gobiernos y los sectores poderosos no les brindan a los más infelices.

Hoy acuden los dominicanos a Higüey, y a otros pueblos, donde se venera con reverencia a la Madre de Dios y sería bueno que se acuda con un corazón sencillo y abierto a recibir esas señales de que Dios nos habla íntimamente, para saber cual es el rumbo que debemos seguir, para que la isla pueda convertirse en un lugar adecuado a la vida. Que no sea con los sobresaltos actuales en donde la violencia, el delito, los maltratos y abusos así como la corrupción atemorizan a todos. Ya muchos quisieran tener menos edad para emigrar hacia lugares más seguros con oportunidades de trabajo, sin recurrir como aquí a que las obras en construcción en la actualidad están sobrevaluadas hasta en un 40% para cumplir con los compromisos con los políticos-padrinos que diligenciaron la obra y que ahora lo necesitan para financiar candidaturas en las elecciones venideras de mayo.

Hoy, 21 de enero, deberíamos reflexionar, aprovechando este día santo dedicado a nuestra madre espiritual, para que ella, desde el cielo interceda ante el Padre y su Hijo, de manera que ablande muchos corazones. Que caigan esas ambiciones que se anteponen al bien común por lo que el país padece tantos males, se podría tener la esperanza que algún día podría enderezarse si hay voluntad y que se crea honestamente en los valores religiosos del cristianismo, que profesamos la mayoría de los dominicanos, ya que no todos están influenciados por sus formaciones sociales, en donde las creencias y devociones religiosas se consideraban como un defecto de un país ignorante, y que por tanto, tales creencias deberían de ser eliminadas, demostrando que solo con la inteligencia el hombre o mujer es dueño de su futuro.

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