Para los padres, esperar a que sus hijos aprendan a controlar su cuerpo e ir al baño por su cuenta puede ser algo desesperante. Esto ocurre porque muchos ignoran que éste es un hábito que requiere tiempo para insertarse en la conducta del infante.
En realidad, controlar los esfínteres no es tan sencillo como fijar en la mente que no puedes orinarte (o defecar) en la ropa o en la cama; los niños necesitan aprender controlar los mecanismos que hacen posible la retención de la orina y la materia fecal.
Sobre el tema ¡Vivir! consultó al pediatra Edgar Allan Vargas y a la psicóloga Amy Mena.
Una etapa del crecimiento. El control de los esfínteres no es algo que se aprende, es un proceso que sólo se adquiere con la maduración de los órganos y del sistema nervioso central, según explica el pediatra Edgar Allan Vargas. Se habla de control de esfínteres en la niñez a un proceso de maduración durante el cual el niño va adquiriendo -con su madurez neurológica- el control de ciertas funciones (controlar la defecación y la micción), aclara.
Dice que este proceso se estima que ocurra entre los 2 y 5 años, aunque algunos niños madurarán más temprano que otros. Las niñas madurarán antes que los varones. Analizándolo de manera arbitraria, se ha catalogado el retraso como un problema sin que realmente lo sea.
Vargas explica que los niños aprenderán primero a controlar el esfínter defecatorio nocturno y luego el diurno, aprendiendo a pedir o avisar cuando va a defecar. Luego aprenderá a controlar el esfínter urinario diurno y de forma más tardía, controlará el esfínter urinario nocturno, es decir, dejar de hacerse pipí en la cama.
Considera que este es un paso de madurez, socialización y comunicación en el que influye grandemente la familia, el ambiente, y que se trata de un trastorno de la conducta que debe ser manejado por el psicólogo.
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Aprendizaje
Como no es un aprendizaje, los padres pueden influir mejorando ese proceso de maduración… Hay que considerar el grado de independencia del menor, la capacidad de imitar las acciones de los mayores, su coordinación de movimiento como subir o baja el pantalón, además de vocalizar y saber diferenciar cuándo orinar o cuándo defecar. Los avances que los padres pueden ofrecer consisten en mostrar todo como un juego, no perder la paciencia durante el proceso y no usar connotaciones negativas como eso es sucio, feo o malo, dice Vargas.
¿El aspecto psicológico podría influir?
Según explica la psicóloga clínica Amy Mena, el control de los esfínteres es una parte esencial del comportamiento fisiológico de los pequeños, pero al mismo tiempo forma parte importante de la conducta psicológica de ellos al permitirles sentir que van superando las etapas de su desarrollo de manera organizada.
No lograrlo puede afectar sus emociones. Un nulo o poco control de esfínteres puede implicar en la vida del niño o la niña vergüenza, aislamiento, ansiedad, culpa, pérdida de autoestima, entre otras, explica Mena.
Pero antes de que estas dificultades se presenten, tanto los padres como los maestros deben intervenir para ayudar al niño durante esta etapa de su aprendizaje. El control de esfínteres es un proceso de aprendizaje en el que tanto los padres como los maestros forman parte.
Enseñanzas
Muchas veces se cree que es labor única de la escuela enseñar a los niños a ir al baño por sí solos, sin embargo, es una labor conjunta con los padres, quienes deben acompañar y complementar la labor escolar. Los padres pueden identificar estas dificultades cuando, luego de iniciar el proceso de aprendizaje, los niños logran controlar sus esfínteres.