El convite banilejo en el campus de la UNPHU

El convite banilejo en el campus de la UNPHU

Desde el 2003 la Alianza Banileja celebraba su atrayente y cautivante convite en una zona del parque Mirador, donde cada vez los banilejos y sus amigos daban muestras del civismo tradicional de los nativos de Baní y sus alrededores.
Los convites en el parque Mirador eran un modelo de orden, organización y limpieza en las que las autoridades municipales nunca le objetaron nada a las condiciones del parque después de cada evento. Y mucho menos en el transcurso de la celebración de los mismos.
Pero las autoridades municipales, que iniciaron su mandato en agosto del 2016, vinieron con nuevas ideas para el parque y se empeñaron en entorpecer la celebración del evento. El pasado año, gracias a la colaboración del director del Listín Diario, se hizo posible que el Alcalde Collado depusiera la prohibición que ya estaba en marcha y el convite se celebró con un rotundo éxito. El orden, la limpieza y la confraternidad reinaron en el evento.
El primer convite fue celebrado en febrero del 2003 y el segundo en el mismo año en noviembre. Los convites se fueron celebrando sin contratiempos en el parque Mirador hasta ahora recibir el impacto de la prohibición municipal. La draconiana disposición municipal fue prohibir los eventos de masas para sanas celebraciones de confraternidad en un área que es para disfrute de todos.
Afortunadamente las autoridades de la UNPHU nos acogieron con simpatías y ya se está organizando el Décimo Cuarto Convite a celebrarlo el 12 de noviembre en el campus de la universidad. El sitio es muy acogedor por los grandes árboles que proyectan su acogedora sombra, ambientando el lugar para el disfrute de la familia banileja, sus amigos y relacionados. Todo será para la complacencia de los asistentes.
El convite en el parque Mirador era ya una tradición y la masiva asistencia nunca ocasionó ningún tipo de incidentes, y pese a la gran concurrencia de gentes, al finalizar la actividad, las brigadas de jóvenes y adultos se encargaban de proceder a la limpieza de la zona utilizada para el evento. Al día siguiente era notorio el aspecto del parque, con lo que los organizadores daban muestras de su herencia banileja, apasionados del orden y la limpieza.
La prohibición para no ceder el espacio acostumbrado en el parque le llegó a la Alianza al solicitarle el permiso para el evento en el mes de junio. Pero al mismo tiempo el Ayuntamiento capitaleño le había concedido el uso del parque a un comité de una importante ciudad del sur largo, para celebrar un evento similar. Ellos fueron los afortunados para celebrar su evento en momentos que a los banilejos se les negaba el permiso.
La acción del alcalde capitaleño de prohibir el convite contrasta con la actitud de autoridades municipales de otras ciudades como en Boston. Allí, en un parque similar, la alcaldía de la ciudad autoriza cada año a los banilejos residentes a celebrar su evento similar al local en un parque público. Los banilejos ausentes cada año obtienen el permiso de las autoridades para celebrar esa fiesta de la confraternidad. Creemos que las autoridades municipales y estatales de Boston deben ser más estrictas con su ciudad que las locales.
Y en ese evento de Boston la música contagiante de las orquestas, las arepitas de burén y los grupos de bailes y los cantantes y hasta los chuineros desbordan la euforia de una multitud reunida para recordar los lazos que todavía los unen al terruño donde nacieron y vivieron sus primeros años antes de marcharse a ultramar.
El convite banilejo en Santo Domingo reúne a los banilejos en una confraternidad. Así se recuerda la buena opinión que el gran educador Eugenio María de Hostos tenía de los banilejos de que era una familia. Hostos se admiraba por el trabajo solidario, la limpieza del pueblo y los esfuerzos comunitarios de ellos cuando reconstruían la iglesia parroquial destruida por los frecuentes incendios que afectaba a esa pobre población. Era que casi todas las casas estaban techadas de cana y sus paredes eran de tablas de palma.
El comité de la Alianza, con las recaudaciones de los convites de cada año, ayuda a las instituciones banilejas de servicio, contribuyendo a su sostenimiento o a concluir determinada obra. Se puede destacar la escuela de Villa David, favorecida varias veces con los aportes de los convites por su ejemplar trabajo. También la iglesia de la Santa Cruz para terminarla. También se contribuye con el Hogar de Ancianos, el Hogar de Niñas Huérfanas de El Llano, la Escuela de los Sordomudos, con la filial de Rehabilitación, la Banda Filarmónica Juvenil, con las internas del centro de reforma y con la Iglesia de Baní en que los primeros vitrales en el 2003 fueron el motivo del primer convite.

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