El corazón controlado desde fuera

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La ciencia y las nuevas tecnologías se han constituido en medios efectivos para mejorar y prolongar la vida del hombre. Gracias a esos nuevos saberes y habilidades, el eminente médico Mariano Defilló encontró salud para su corazón enfermo.

Mariano Defilló acaba de regresar de un paseo por la playa en Las Terrenas, Samaná. Una verdadera hazaña para alguien que meses atrás estaba condenado a morir por una afección del corazón.

Defilló, un prominente cardiólogo del país quien entre sus logros profesionales tiene el haber sido decano  y rector de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Infantil Robert Reid Cabral por más de 30 años, suma a su hoja de vida el ser el primer paciente que sale de Estados Unidos con un dispositivo de asistencia ventricular izquierda (LVAD, por sus siglas en inglés). Algo así como ser un “hombre biónico”, como él mismo explica.

La única esperanza.  De no ser por el LVAD, Defilló tal vez no estaría para contarlo. Su corazón sufría una cardiomiopatía dilatada, lesión que afecta al músculo cardíaco dificultando la capacidad de éste para bombear la sangre al cuerpo.

Su vida estaba limitada al punto de que era incapaz de subir unas escaleras, pues se cansaba y sofocaba fácilmente. Sus médicos dijeron que su única esperanza era consultar al doctor dominicano Mario García, jefe de la división de cardiología del  Hospital Montefiore en Estados Unidos.

“Estuvo muy mal. Le cambiamos un marcapasos que ya tenía, pero siguió mal. No se podía levantar y teníamos que seguirle dando medicamentos  para ayudar al corazón a que latiera. El corazón estaba tan débil que le empezaban a fallar los riñones, el hígado y   ya le estaba comenzando a fallar la mente. Llegó un momento en que o lo dejábamos morir o hacíamos lo que pensábamos, algo extraordinario, por el hecho de que él vive en República Dominicana y aún en Estados Unidos es muy complicado colocar este aparato”, explicó García.

Para hacer posible que Defilló  saliera del territorio norteamericano con el implante, un grupo de médicos del  Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT ) viajó a Estados Unidos a entrenarse y aprender cómo funciona esta nueva tecnología, con el apoyo de la empresa que fabrica el dispositivo. “El aparato puede causar infección y puede fallar mecánicamente. Así que hubo que entrenar a médicos y enfermeras dominicanas para poder trabajar en caso de emergencia. Es un tratamiento que  no se había hecho en ningún país de Latinoamérica”, señaló García.

Complejidad. El LVAD funciona con baterías cuya duración depende de las actividades del paciente. Normalmente puede durar de 8 a 10 horas.

En Estados Unidos, es un tratamiento costoso. Incluyendo el aparato, los días de internamiento y los cuidados intensivos puede alcanzar los $250 mil dólares, pero García dijo que conforme avanza la tecnología estos costos van disminuyendo.

Un gran equipo médico da seguimiento al paciente. Incluso es necesaria la asistencia de un psiquiatra que provea asistencia al paciente y su familia, pues para muchos resulta difícil “depender de una batería”.

No son candidatos los pacientes con problemas renales, hepáticos o enfermedades graves como el cáncer. Sin embargo,  para quienes sí pueden operarse, ésta es una nueva oportunidad de vida: la sobrevivencia para los pacientes con este aparato -que se implanta en pacientes de todas las edades- es de casi un 90%.

Salvar vidas

Hace varios años este dispositivo se usaba en Estados Unidos para pacientes en espera de un donante. Como son más los pacientes que los donantes, desde hace dos años se decidió ponerlos como un tratamiento definitivo y salvar la vida de algunos de los más de 500 mil que mueren por fallo cardíaco cada año en Estados Unidos.

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