El corazón es un cazador solitario

El corazón es un cazador solitario

El título es de una película de los años sesenta que vi en el  desaparecido e inolvidable cine “Rialto”, situado en la calle Duarte, entre El Conde y la estrecha Salomé Ureña, donde yo vivía con mi familia. Éste y el “Olimpia” eran los cines más importantes de esa ciudad subcutáneamente oprimida por una dictadura aparentemente interminable y enloquecida en la crueldad contra los disidentes.

   Inolvidable por una actuación universalmente catalogada como sobresaliente es Alan Arkin, con un personaje en esta adaptación de la novela homónima de Carson McCuller, (The Heart is a Lonely Hunter’). Recientemente lo he vuelto a ver,  actuando en “Los viejos tiempos”, donde representa a uno de los tres añosos delincuentes que al reencontrarse luego de Arkin cumplir más de veinte años de cárcel, deciden que el final de su vida sea “como en los viejos tiempos” y mueren en acción.

   Pero aquel título antiguo perdura. Arkin sigue siendo el del corazón solitario.

   Su soledad es real y trascendente.

   Me dirán que todos los órganos humanos o animales también tienen su vida y  son solitarios en su función, pero resulta que tanto el cerebro como el corazón tienen porcentajes interactuantes que aún se desconocen.

   Estoy convencido de que el corazón es más que una bomba impulsora de sangre debidamente oxigenada para enviarla al “control master”, el cerebro, que pesando aproximadamente dos por ciento del total del cuerpo, es un voraz consumidor de oxígeno (se ha estimado que con sus diez billones de células nerviosas, entre grises y blancas, consume hasta un veinticinco por ciento del oxígeno que recibe el organismo, sin moverse). Este misterio ha movido al presidente Barack Obama a procurar un montículo de millones de dólares para que los científicos más preparados, más talentosos y abiertos de mente, con modernas técnicas, se empeñen en aclarar los misterios cerebrales.

   ¿Pero eso subordina o minimiza al corazón?

   Por supuesto que no.

   ¿Que el cerebro es el jefe que ordena las funciones de un inmenso laboratorio asombrosamente miniaturizado, capaz de crear todo lo que el cuerpo requiere para una buena función? ¿Que interviene en todas partes? Sí. Sí. Pero si el corazón no tuviese capacidad para recibir, entender y obedecer esas órdenes, no podría actuar con eficacia.

   Cuando llega la muerte y el pálpito se detiene, ¿es por una orden cerebral o por un cansancio del músculo, por una obstrucción en sus vías, o por un debilitamiento  -parece que eléctrico- que le impide continuar su incesante función?

   De acuerdo: El cerebro es el jefe controlador de todo el sistema orgánico. El resto del organismo obedece hasta donde puede, aunque hasta ahora se desconozca hasta qué punto podría eventualmente el cerebro corregir y reparar daños.

   Yo creo que existen posibilidades.

   Mientras tanto el cerebro expande sus ocultaciones misteriosas. 

   Y el corazón permanece siendo un cazador solitario.

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