El corazón

El corazón

Los cardiólogos se empeñan en aconsejar a las personas a tener mucho cuidado con su corazón. Por eso piden que se haga ejercicio, que se hagan chequeos médicos periódicos y que se practiquen dietas adecuadas.

Pero esta preocupación proviene del mundo científico o de lo puramente físico. La Biblia plantea con mucha vehemencia sobre otra forma de proteger este órgano.  Durante todo el trayecto del ser humano por esta vida, este es el órgano primero en existir y es el último en morir.

En el libro de los Proverbios se afirma: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (4:23). La versión Biblias de las Américas dice: “Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida”. Salomón aconseja a los jóvenes a guardar el corazón de no desviarse por malos senderos (Proverbios 4:23).

El comentarista Gill explica que esto es cuidarnos de la vanidad, del error, de los deseos perversos, de los pensamientos insanos y de toda inclinación a lo perverso. No protegernos en este sentido puede exponernos a estar llenos de cosas muy dañinas tanto para los demás como para nosotros mismos. Para evitar que el corazón se contamine con antivalores, se debe mantener la mente ocupada en la oración, la lectura de la Palabra y en la meditación sana.

“El corazón debe ser guardado como si se tratara de un gran tesoro”, dice Gill. Todas las acciones, buenas o malas, provienen de aquí. Jesús dijo que el hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno. Empero el hombre malo, del corazón saca malas acciones.

No hay cosa más terrible en este mundo que un ser humano lleno de malicias. Es alguien en quien usted no puede confiar.

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