El costo de la emisión monetaria

El costo de la emisión monetaria

En economías con altos crecimientos de su emisión monetaria y de las tasas de inflación pueden reflejarse componentes, tanto de “señoreaje” como por “impuesto inflacionario”, que originan fuentes importantes de financiamiento del gasto público. Por ello, la transición entre una situación de alta a baja inflación obliga a sustituir tales fuentes de recursos por otras, como los impuestos formales, la venta de activos públicos o la reducción del gasto público. Estas consideraciones también invitan a reflexionar sobre el origen de los ingresos y egresos del Banco Central en torno a la emisión del dinero de base (o base monetaria) y sobre el futuro de sus magnitudes.

El dinero que circula en un país es básicamente un activo financiero para los particulares y un pasivo para sus emisores, es decir para el Banco Central y los bancos comerciales. En sentido amplio, se entiende por dinero primario el dinero que un Banco Central (banco emisor) crea pero que al mismo tiempo puede expandir o restringir. El dinero primario es la suma del efectivo en manos del público y las reservas que tienen congeladas los bancos comerciales en el Banco Central. De manera más estricta (o más líquida), el dinero base de un Banco Central se conoce como emisión monetaria y agrega la suma de los billetes nuevos que se emiten y aquellos que se recogen, a través de las reservas que deben guardar los bancos.

Por tanto, siempre que la emisión de dinero en una economía impacte en el nivel de precios, permitirá la obtención de ingresos para el banco emisor y  generará pérdidas de capital a los poseedores de ese dinero.

Definición y medición.  Es sabido en la literatura económica que los conceptos de “impuesto inflación” y “señoreaje” están estrechamente vinculados. El impuesto inflación es un costo que refiere las pérdidas de capital que sufren los agentes que poseen dinero por  la inflación. El señoreaje es un ingreso que percibe el Gobierno por al poder monopólico de imprimir la moneda.  

El “impuesto inflación” se entiende como una pérdida de poder de compra que sufren los particulares en sus saldos de dinero debido al alza continua de los precios. Esta pérdida implica una consecuente transferencia de poder de compra desde los que han emitido el dinero hacia quienes han recibido préstamos de ellas. En este sentido, la inflación es un “impuesto informal” a la tenencia de dinero. Este impuesto se mide multiplicando la emisión monetaria real (dividida por el índice de precios al consumidor) por la tasa de inflación.

En su libro de “Macroeconomía”, Juan Carlos de Pablo (1991) expone de manera extraordinaria los alcances de considerar la inflación como un impuesto. Sostiene que mientras un profesor que esté explicando economía, sus alumnos mantengan en sus bolsillos billetes emitidos por el Banco Central mientras dura la clase es, en una economía inflacionaria, equivalente a decir que en una economía con estabilidad de precios dicho profesor y sus alumnos paguen, por la tenencia de los mencionados billetes, un impuesto igual a la tasa de inflación que hubo mientras duró la clase.  

Uno de los debates permanentes en el tema de los costos derivados de la emisión monetaria es el que tiene que ver con la elusión impositiva que enfrenta un Gobierno que desea aumentar el financiamiento de su gasto público con impuesto inflacionario. Y es un tema de debate porque, normalmente, el Gobierno tiene que enfrentar la erosión del valor real del resto de los impuestos, resultado del hecho de que, en la práctica, la indexación entre el momento en que se produce el hecho imponible y el momento en que efectivamente se paga el impuesto no es perfecta. Esta variación es lo que en teoría se denomina como “efecto Olivera-Tanzi” (1977). También es punto de debate el aumento del gasto público, particularmente en pago de intereses de la deuda pública a tasa de interés flotante, que genera el aumento de la tasa de inflación.

En cambio, el señoreaje hace alusión a que los gobiernos pueden obtener una determinada cantidad de ingresos mediante la posibilidad de crear dinero. El término señoreaje hace referencia a un impuesto establecido por los señores feudales para convertir oro no monetario en dinero. Así, se entiende por “señoreaje” el poder de compra derivado de la expansión monetaria, es decir, el aumento que haya experimentado la emisión de dinero en términos reales. Así, el ingreso por señoreaje  equivale al producto de dos factores: el saldo real de dinero y la tasa de aumento de la cantidad nominal de dinero. El señoreaje es, por tanto, un “recaudo” de poder de compra que beneficia a quienes emiten dinero.

La diferencia entre el señoreaje y el impuesto inflacionario radica en la acción de considerar el producto de los saldos reales de dinero y sus tasas de crecimiento. Si la tasa de crecimiento de los saldos nominales de dinero es mayor o menor que la tasa de inflación, el señoreaje será mayor o menor que el impuesto inflacionario, y estará creciendo o decreciendo el saldo real de dinero. Cuando el saldo real de dinero permanece constante, el señoreaje es igual al impuesto inflacionario. Por tanto, aún si la economía no tuviera inflación pero su producto real creciera, los agentes privados querrían acrecentar sus saldos reales de dinero; al hacerlo permitirán que se recaude el señoraje, y éste sería de magnitud positiva. Pero cuando el producto real de la economía crece muy poco o decrece, ocasionando un estancamiento o una disminución de los saldos reales demandados mientras que la tasa de inflación sigue siendo de magnitud significativa, podría suceder que el señoreaje se torne muy pequeño, casi cero, e inferior al impuesto inflacionario.

Estimaciones.  De manera general, en la economía dominicana puede comprobarse el cumplimiento de la teoría económica. Aquellos años en los cuales el crecimiento de los saldos nominales de la emisión monetaria fueron mayores que las tasas de inflación, los ingresos por señoreaje fueron mayores que los ingresos por el impuesto inflacionario. Y viceversa, los años en los cuales las tasas de inflación superaron los saldos nominales de la emisión monetaria, los ingresos del impuesto inflacionario superaron los ingresos por señoreaje. Así, la economía dominicana creció 4.96% en las dos décadas del periodo 1989-2009. Sin embargo, durante esos años el crecimiento de la emisión monetaria promedió 20.16% y la tasa de inflación un 14.32%. Esta situación con -llevó a que durante esas décadas se destacara el comportamiento derivado de grandes cambios en la emisión monetaria, a través de señoreaje e inflación. Mientras el señoreaje representó al Gobierno ingresos promedio de 1.70% del PIB, absorbiendo el 12.84% de los ingresos tributarios, el impuesto por inflación representó en la década un 1.19% del PIB y un 9.01% de los ingresos.

Una caída promedio relativa en el crecimiento de la emisión monetaria y de la tasa de inflación provoca un menor señoreaje y un menor impuesto inflacionario. Pero por un crecimiento extraordinario de los saldos reales de la emisión monetaria (101.6%) en 2003, por el proceso de quiebra e intervención de tres bancos, el señoreaje pudo representar 4.1% del PIB en dicho año y el impuesto inflación casi 3.3% del PIB. Sólo en 2003, los ingresos por señoreaje y los costos por el impuesto inflación representaron 27.8 y 22.1% de los ingresos tributarios del Gobierno Central. Los déficits  de los sectores real, monetario y financiero se evidenciaron de manera transitoria. Ya a partir de 2005, la emisión monetaria inicia un proceso de crecimiento descendente desde un 15.8% hasta un 3.2% en 2009 y la inflación termina cada año en tasas en torno a un dígito (7.1%), lo cual denota estabilidad. 

La cifra

19.35%  ha sido la tasa de crecimiento promedio de la emisión monetaria de la economía dominicana entre  1989 y 2009. En ese lapso, el señoreaje ha  promediado 3.25% del PIB y el impuesto por inflación un promedio 2.27%.

Zoom

El comportamiento

Promediando los años recientes entre 2004 y 2009, sin duda por causas relacionadas con la desaceleración de los saldos reales de la emisión monetaria, la caída de los ingresos por señoreaje (de 4.10  a 0.08% del PIB) ha correspondido por la desaceleración del crecimiento en el peso del impuesto inflacionario en el PIB (de 3.26% a 0.71% del PIB). Es de destacar además del comportamiento de la inflación, del PIB real y de sus factores determinantes, que la política de alterar las reservas de depósitos bancarios en el Banco Central y la política de intervención cambiaria para elevar las reservas monetarias internacionales, también han contribuido a los cambios en  el señoreaje y el impuesto inflacionario. Los costos y beneficios asociados a los cambios de la emisión monetaria han alterado en términos relativos la demanda de saldos reales de los componentes del dinero.

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