La actual incertidumbre política debe ser de corta duración, amenaza la economía por la capacidad que tiene de agravar la fuerte desaceleración global reportada por el FMI y el Banco Mundial para este y el próximo año.
Es mentira, la historia no se repite, los hechos sí pueden tener elementos comunes, lo cito por la crisis política de 1994 y 1995, desaceleró la inversión privada, el consumo de los hogares y el crecimiento per cápita en dólares, perdimos 3 puntos porcentuales, anual había aumentado 10% de 1992 a 1995 como resultado de la profunda reforma fiscal integral de Joaquín Balaguer al inicio de la década, y desaceleró a 7% en 1996.
En talleres de partidos políticos se enseña que deben defender a consumidores e inversores, y con política económica mejorar su nivel de vida, viene a cuento porque, a diferencia de la década de los noventa, ahora el costo puede ser mayor. Podría aumentar la prima de riesgo, encarecer la financiación internacional, perderse renta por persona y el próximo gobierno tenerla muy difícil para cumplir el reto de reducir el volumen de la deuda pública sobre la capacidad del país para generar riqueza, el coeficiente aumentó a 40.4% del PIB en 2019, un nivel que deja poco margen para maniobrar ante la desaceleración mundial.
Se debe tener presente, además, que la estabilidad social desaconseja aplicar una política de reducción del déficit y deuda basada en recortes del gasto, el mejor instrumento político es la reforma global del sistema impositivo, abordar ingresos y gastos de manera integral, preservando el crecimiento potencial del PIB y reduciendo la brecha social que ha crecido, lo dicen las cifras y las calles.
Recordando que esta columna semanal es exclusivamente para análisis macroeconómicos, uso datos del presupuesto público 2020 para calcular el ajuste fiscal que cierra la brecha del presupuesto y reduce la deuda. Si el objetivo es eliminar el déficit de 2.2% del PIB, bastaría con revisar el Gasto Tributario, pero el presupuesto del año se preparó con una inversión pública muy baja, apenas 2.8% del PIB.
¿Cuánto debe invertirse en caminos vecinales, carreteras, puentes, escuelas, hospitales, etc. sin endeudar las finanzas públicas? La literatura especializada aconseja un mínimo de 7.0% del PIB. Si se invierte en lugar de 2.8%, la brecha del presupuesto aumentaría a 6.4% del PIB, la suma del déficit aprobado para el año y el diferencial de inversión pública, es decir: 6.4% del PIB= 2.2% + (7.0% – 2.8%).
Sobre el balance primario (ingresos-gastos corrientes y de inversión, excluyendo intereses de la deuda), pasaría de positivo en RD$39,741.5 millones, un 0.8% del PIB, a deficitario con -3.4% del PIB, que es el balance primario (0.8% del PIB) en el presupuesto menos el mencionado aumento (4.2% del PIB) de la inversión pública.
Resumiendo, para cerrar la brecha del presupuesto, aumentar el gasto de inversión de 2.8%% a 7.0% del PIB y reducir el endeudamiento, la recaudación neta adicional que se requiere es 6.4% del PIB. Como la paz social no aguanta semejante política de shock, debe ser gradual, en cuatro o cinco años, cuidando que la tasa real de crecimiento de la economía supere el tipo real de interés de la deuda.