El costo de una educación de calidad

El costo de una educación de calidad

JESÚS DE LA ROSA
Una educación de calidad es cara, sumamente cara. Requiere de maestros bien formados, de espacios adecuados y bien equipados, de libros de texto y de materiales didácticos actualizados, y de un arsenal tecnológico de última generación.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades del sector y de los cambios introducidos, la desigualdad educativa más que reducirse aquí se ha incrementado; y todavía subsisten serios problemas de calidad.

Seguimos enfrentando las tradicionales cuestiones sobre cómo hacer más atrayente la profesión docente y cómo mejorar la formación de los maestros y el desempeño de éstos en las aulas de clase.

Para que todos los niños y jóvenes tengan las mismas oportunidades de acceder a un sistema de instrucción pública de altos estándares los gobiernos deberán invertir en educación un significativo porcentaje del Producto Bruto Interno.

Años atrás, un maestro para enseñar lo mucho o lo poco que sabía, le bastaba estar en posesión de una tiza y de un borrador. Y hasta podía hacerlo a la sombra de un árbol. Hoy no. El docente para desempeñarse bien en un aula de clase, además de poseer vastos conocimientos de la asignatura que imparte, deberá saber manejar una serie de instrumentos tecnológicos, incluyendo algunos muy sofisticados.

En síntesis, una educación de calidad supone el empleo de maestros bien formados y bien pagados; y el uso de espacios adecuados y de tecnologías de última generación.

El sistema dominicano de instrucción pública no debe seguir siendo el peor financiado de la América española. No debemos dilatar la inversión en educación de no menos de un 4% de nuestro Producto Bruto Interno. Sólo invirtiendo más en ese sector, lograremos alcanzar al final de la primera década del milenio la meta que nos hemos propuesto: un sistema de instrucción pública de calidad al alcance de todos y de todas.

La incursión de los grandes almacenes y de los grandes supermercados en el negocio de la venta de libros de textos y demás materiales didácticos, así como en la comercialización de uniformes escolares ha contribuido a que dichos productos se vendan a precios accesibles. Pero, aún así, el envío de un niño o de una niña a la escuela resulta caro para un padre de familia de ingreso medio. El que un infante se presente el primer día de clase luciendo un uniforme nuevo y en posesión de todos los libros y materiales didácticos que habrá de necesitar, le cuesta al padre entre 12 mil y 20 mil pesos. La apertura de las clases supone tantos gastos para los padres de familia como la celebración de las navidades, con la agravante de que para el mes de agosto o para el mes de septiembre el padre de familia sólo dispone del monto del sueldo que devenga.

¿Cómo solucionar ese problema?

Modificando la ley en la materia de manera que a partir del año entrante todos los empleados públicos y de las empresas privadas reciban 14 sueldos al año en vez de 13: un doble sueldo en el mes de agosto para enfrentar los gastos de apertura del año escolar: y otro en diciembre para cubrir los gastos de celebración de las navidades. Es una manera indirecta de que el Estado y los empresarios inviertan más en educación que resultaría válida como propuesta electoral de uno o todos los partidos políticos que terciarán en las elecciones programadas para el 16 de mayo del próximo año.

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