El Covid-19 cambia los programas de los partidos

El Covid-19 cambia los programas de los partidos

Antes de la presente pandemia, la generalidad de los partidos políticos había elaborado sus programas electorales y, como es natural, partían de un diagnóstico de la realidad que entonces tenían ante sí. Sin embargo, esa realidad y la que vive el mundo ha cambiado radicalmente, por lo cual esos programas deberán ser modificados sustancialmente. Los costes materiales serían mayores, y más complejos aún los temas políticos, económicos y sociales, a los que habrá que dar respuestas sin que haya experiencia alguna sobre cómo encontrarlas en semejante contexto. Lo cual demanda un alto grado de imaginación, inteligencia y generosidad de los sectores claves del sistema.
En tal sentido, el inesperado factor pandemia constituye una terrible amenaza para el próximo gobierno y para el país, pero al mismo tiempo ofrece una oportunidad para profundizar las propuestas de desarrollo económico social e institucional, teniendo como eje central el territorio y los diversos espacios donde discurre la cotidianidad de la gente. Era ése el énfasis que en términos político/ideológico hacía en el programa del PRM y aliados, fundamentalmente. Ahora todo cambia, con menos recursos, dado la quiebra de los pilares de nuestra economía: turismo y zona franca, los programas deberán centrarse en las urgencias de salud, producción, empleos, vivienda y educación, profundizadas por la pandemia.
Ahora, más que un programa electoral detallado, se requieren nuevas respuestas configurando gran acuerdo nacional de gestión de la post pandemia. En cuanto sistema la salud, es necesario un pacto entre diversos sectores para su radical reforma en la que el nuevo gobierno asuma de una vez por todas la rectoría efectiva de ese sector. A la luz de la presente experiencia, será necesario aumentar considerablemente, de manera escalonada, el salario a médicos y paramédicos. Además, mayor incidencia y control en la gestión privada de la salud, limitando las ingentes y descontroladas ganancias de las aseguradoras que generalmente limitan la calidad del tiempo de las consultas médicas.
Enfrentar la distorsión y desigualdad salarial, que como forma disfrazada de corrupción existe en la administración del Estado, algo que se tornaría más ofensivo en el contexto de un gobierno que gestionará un país desvastado por una pandemia. Constituye una vergüenza nacional que el salario mensual del gobernador del Banco Central equivalga a lo que gana un policía en casi 12 años, que nuestros legisladores ganen más del doble de lo que gana un legislador español o norteamericano, que nuestros alcaldes y regidores tengan ingresos igualmente escandalosos en relación a sus pares de otros países y, como ofensa a médicos, paramédicos, académicos y otros profesionales, ya algunos nuevos elegidos pretenden aumentárselos.
Si en tiempos normales la gestión del territorio es vital para el desarrollo, en tiempo de post pandemia lo es mucho más, y para eso los ayuntamientos son fundamentales. Lo serían en la gestión descentralizada de la salud, empleo y desarrollo local, en la perspectiva de preparar el territorio para todo tipo de desastre. Pero, conocemos las limitaciones de nuestros ayuntamientos en términos de capacidad gerencial de su personal y de sus autoridades electas. Para paliarlas, en este estado esencialmente de excepción, debe replantearse el relacionamiento municipio-gobierno central y la comunidad organizada a los fines de potenciar el capital social y los recursos materiales.
Desde una perspectiva de regeneración moral, institucional y político es que entiendo debe producirse el imprescindible cambios de los programas de los partidos, obligado por el Covid-19.

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