Cuando aludimos al crimen que desborda al país y a los organismos de seguridad del Estado dominicano, pensamos ipso facto en los hechos de sangre, omitiendo por la prisa o la recurrencia criminal, la corrupción gubernamental, enorme como nunca antes.

El caso que trato en esta ocasión no es referente al segundo crimen, sino al primero, los hechos de sangre cada vez mayores, que consternan a los ciudadanos pacíficos y cultores de las leyes y las buenas costumbres.

Desde asumir el poder, el presidente Danilo Medina expresó su voluntad de diseñar una estrategia para controlar al máximo el flagelo de la violencia que se disemina como una plaga por todo el país, sin que hasta la fecha se verifiquen ni método ni resultados positivos.

La decisión del gobernante incluir en las patrullas policiales a militares, es correcta, siempre que éstas desciendan a las barriadas cadenciadas, no poses en las esquinas de los bulevares conversando en grupos.

En la encuesta diaria de El Nacional del día ocho de este mes, un 87% apoya el aumento de las patrullas de policías y guardias, y al día siguiente la encuesta reveló que un 58% cree que los reiterados últimos ataques a militares por delincuentes, es un sabotaje al Plan de Seguridad, y el suscrito estima que puede ser, además, un plan para desestabilizar al reciente jefe policial, mayor general Manuel Castro Castillo.

La violencia ha cobrado 817 vidas en los primeros seis meses de 20l3, la mayoría por armas de fuego, hecho que motivó al jefe policial declarar el día ocho, favorecer prisión por porte ilegal de armas de fuego, pero lo primero es reformar la ley 36 permitiendo solo la tenencia y no el porte de armas de fuego.