Recorrido por la calle, Héctor J Díaz, ubicada en el sector del Ensanche Espallat,y cruza a Barrio de Gualey en foto , calle, Héctor J Díaz, HOY Duany Nuñez 12-11-2020
Están en el barrio donde vivieron pobres, ignorados, desconocidos, aunque realizaban labores sociales y culturales y eran modelo de estudio y trabajo.
Se designaron calles con sus nombres, pero este homenaje ya no llega a la conciencia colectiva porque fueron anulados de las vías. Están en el barrio donde vivieron pobres, ignorados, desconocidos, aunque realizaban labores sociales y culturales y eran modelo de estudio y trabajo.
La forma cruel en que fueron asesinados constituyó el crimen más escandaloso y condenado de la historia reciente. Pero pocos los recuerdan.
Solo se rememora el caso que sacudió al país, sembrando dolor y miedo en unos, y despertando en otros valor para enfrentar el terror imperante en los 12 Años de gobierno de Joaquín Balaguer.
Se trata de cinco jóvenes del club Héctor J. Díaz, asesinados por miembros de “La Banda”, agrupación paramilitar que mataba a opositores. Pero estos eran apolíticos.
El crimen consternó por el número de víctimas, su inocencia, sus edades, y por la admiración hacia ellos de familias del barrio 27 de Febrero a las que alfabetizaban, llevaban agua, alimentos, reparaban sus casas.
Eran Rubén Darío Sandoval, de 16 años; Reyes Andrés Florentino Santana, 18; Víctor Fernández Checo, 18; Radhamés Peláez Tejada, 21 y Gerardo Bautista Gómez, de 18. Los asesinaron el 9 de octubre de 1971.
Escenas de dolor, rabia y espanto se reflejaron en la prensa. Padres buscaban refugio para sus hijos porque “La Banda” dejó una nota en el bolsillo de uno de los mártires amenazando con matar a otros cinco.
“El asesinato, con escalofriante alevosía, de cinco jóvenes cuyos cadáveres fueron dejados en varios lugares de la capital, es un crimen cuyo planeamiento y ejecución-de un abominable salvajismo- horroriza, angustia e indigna”, escribió El Caribe en su editorial: “Horror”.
Testigos del secuestro aseguran que quienes se apoderaron de ellos fueron miembros de la organización terrorista conocida como La Banda, agregó.
El crimen
Intervinieron ocho miembros de esa organización y dos policías cuando los muchachos salieron del velorio de su compañero Julio Rivera, muerto en un accidente, a comprar velas y flores. Interceptados en la Padre Castellanos, dos Lograron escapar.
Los cadáveres de Sandoval y Florentino fueron encontrados la mañana del 10 de octubre en Quita Sueño, Haina. Los de Checo, Bautista Gómez y Peláez, en matorrales de la avenida Sarasota, el primero, y los últimos en el kilómetro 12 y medio de la autopista Las Américas.
Sandoval recibió cuatro balazos. Florentino Santana presentaba dos heridas de bala. El médico Víctor Pimentel Carrasco, certificó que habían sido muertos alrededor de las 4:00 de la madrugada. A Bautista Gómez y Peláez Tejada los hirieron en diferentes partes del cuerpo. Presentaban rasguños en la piel y marcas en pies y manos, producidas por cuerdas. Checo recibió ocho balazos en el pecho y costado izquierdo.
El legista que hizo el levantamiento de Florentino y Sandoval, Nelson Eduardo Santana, declaró que les dispararon a quemarropa. En su vestimenta había residuos de pólvora, sus camisas desgarradas. Presumió que lucharon con sus asesinos.
“¡Paremos el río de sangre que mancha el suelo de la Patria!”, clamó monseñor Polanco Brito en Listín Diario. “¡Hay que hacer un alto en la carrera alocada de muertes!”.
De los mártires
Solo se conoce lo que publicaron los periódicos. Radhamés y Gerardo eran, además, obreros. Santana era hijo de Titín Florentino y Polonia Santana. Luciano Sandoval y Andrea Cabrera eran los padres de Rubén Darío, y Ana Dolores Checo y Vinicio Quiñones, de Víctor Fernando.
El Nacional tituló las reseñas del hecho en su primera página, con la palabra: “¡Terror!”. Las firmaron Manuel A. Grassals y Rafael Reyes Jerez, quien afirmó que “a ninguna de las víctimas se le conocía actividad política”.
(Para este reportaje fueron consultados los periódicos El Nacional, Listín Diario, Ultima Hora y El Caribe de octubre 1971).
Escenas de dolor, rabia y espanto se reflejaron en la prensa.
Marcados por el INRI sempiterno
La calle
El ocho de octubre de 1986, el Ayuntamiento del Distrito Nacional consideró que los asesinados fueron “marcados por el INRI sempiterno de la muerte por las ordalías represivas de esa época…” y designó con los nombres de Gerardo Bautista Gómez, Radhamés Peláez Tejada, Rubén Darío Sandoval, Reyes Florentino Santana y Víctor Fernando Checo, las calles donde estos vivían en el barrio 27 de Febrero, que eran las Primera, Tercera, 11, Respaldo 16 y Santa Rita, respectivamente.
Sin embargo, se las quitaron y, según vecinos, volvieron a ponerles las denominaciones originales, cuando instalaron el tendido eléctrico.(Para este reportaje fueron consultados los periódicos El Nacional, Listín Diario, Ultima Hora y El Caribe de octubre 1971).