El cristianismo es real

El cristianismo es real

POR CLAUDIA HERNÁNDEZ  DE ALBA
Parece que todas las universidades tienen un ateo que diga “El cristianismo es para los débiles; es solo una muleta”.

La famosa afirmación de Carlos Mari, “La religión es el opio de los pueblos”, es todavía una opinión común de muchos.

Los que se llaman cristianos son considerados como personas que necesitan algo que las capacite para enfrentarse a los problemas de la vida. Algunas personas usan alcohol, otras las drogas, y otras el cristianismo para atravesar este difícil mundo.

El hecho es que todos nosotros sí necesitamos una muleta para vivir en este mundo. En cierto sentido, todos estamos lisiados, y en lo más profundo de nosotros mismos hay un deseo por algo que nos sostenga. El asunto real es este: “¿Es verdadera esta muleta que llamamos cristianismo, o es algo al mismo nivel de las drogas o el alcohol, inventado para satisfacer una necesidad reconocida?”

Hay necesidades psicológicas claras como el temor al peligro, a la enfermedad y a la muerte, que puedan impulsarnos a inventar un Dios para sentirnos seguros. Sin embargo, hay también necesidades psicológicas que pueden llevarnos a negar que Dios existe. El agnóstico y el ateo pueden usar su agnosticismo y ateismo como una muleta para evitar responsabilidades ante las exigencias de Dios.

El Dios de la Biblia es  un Dios que es todopoderoso, omnisciente, justo, santo y que va a juzgar al mundo por su pecado, es una figura imponente en extremo.

Por eso algunos necesitan la muleta de negar la existencia de Dios para vivir su vida como le plazca, sin temor al juicio. Aldous Huxleyu articuló esto en Ende and Jeans (Fines y medios): “Considero que la filosofía de la falta de importancia fue en esencia un instrumento de liberación sexual y política” (p. 270 y ss.).

La verdad de la fe cristiana no se basa en necesidades psicológicas, ni en estar en pro o Contra de Dios.

Si, el cristianismo podría haber comenzado porque la gente necesitara algo en que apoyarse, pero la pregunta no es como pudo haber comenzado, sino como comenzó.

Volvemos de nuevo al asunto real, que es la persona de Jesucristo. ¿Necesita la humanidad apoyarse en Él, o podemos apoyarnos en alguna otra cosa? Jesús aclaró el asunto: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le comparare a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia; y vinieron ríos, y soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; y no cayo, porque estaba fundada sobre la roca.

“Porque cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó; y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27).

También podemos decirlo de este modo. Una muleta presupone dos cosas: (1) que haya una enfermedad o herida, y (2) que se le ha dado a una persona cierto tipo de remedio para ello (por eso tiene la muleta).

Surgen de inmediato dos preguntas. Primera, ¿Cuál es esta enfermedad? ¿Es real o imaginaria? Segunda, ¿es el remedio el indicado para la enfermedad?

En el caso del cristianismo, Dios declara, sin lugar a dudas, que la enfermedad es el pecado, y que es real.

No es la necesidad imaginaria o psicológica de un calmante religioso, como propondría Marx.

Antes bien, el remedio en vez de ser una muleta religiosa, es una relación personal con Jesucristo.

Por lo tanto, el cristianismo en cierto sentido es una muleta; es el cimiento seguro, la verdad de la vida.

Si Jesucristo es Dios, murió en la cruz por nuestros pecados y nos creó para estar en comunión con Dios Padre a través de Él, entonces llamarlo “muleta” es como que una bombilla eléctrica le diga al enchufe: “Tu eres mi muleta”.

Así como la bombilla fue creada para funcionar de modo apropiado al insertar en el enchufe, así también nosotros fuimos creados para funcionar cuando estamos en una relación personal con Dios a través de Jesucristo

claudiahdez_07@hotmail.com

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