En el tribunal de justicia de La Vega, la cita estuvo fijada para el lunes a las nueve de la mañana. Los jueces entraron al salón a las nueve y treinta.

El salón ya estaba repleto de abogados, testigos, acusados y presos.

Antes de que todo iniciara, mi curiosidad me llevó a mirar el Cristo que estaba en el estrado y delante de la silla del juez principal.

Me produjo sorpresa ver que colgaba sólo del brazo izquierdo. El derecho había desaparecido desde el cuajo.

Cuando le hice la observación al secretario, éste me contó la historia.

No hacía mucho que en la celebración de un juicio, un acusado encontró que no estaba siendo bien representado.

En un ímpetu de ira arrancó el Cristo del estrado y con él le dio duro en la cabeza a su abogado.

Aquel día se produjo un escándalo en el tribunal.

Uno de los oficiales de la justicia recogió la imagen y la colocó en su mismo lugar.

¿Qué ha pasado?

Muchas preguntas me he hecho al ver esta triste realidad de Cristo y la justicia dominicana.

Uno desea saber si es que no se han dado cuenta de este detalle o si es que no importa mucho la condición en que se encuentra el emblema divino ante el cual los acusados o testigos deben jurar y prometer decir la vedad y nada más que la verdad.

Se trata de algo que habla mucho.

Es cierto que el reo fue un despiadado al tratar de hacer prevalecer su reclamo sacrificando al Hijo de Dios, pero peores han sido los ministros de la justicia vegana que no le han dado ninguna importancia a la condición en que se encuentra por allí el Salvador del mundo.