El cuadro de Andy

El cuadro de Andy

El cuadro de Andy, publicado en todos los medios escritos, muestra los tesoros acumulados de la actual gestión versus la de sus predecesores, Leonel, Hipólito y Balaguer.
Nada de lo que escribe Andy es para tomárselo a la ligera. Contundente, capaz hasta la medula y extremadamente sagaz en el uso de las estadísticas, sus artículos son una lectura obligatoria, estén o no de acuerdo con sus posiciones.
Hablemos primero de las cifras. El cuadro de Andy no habla del endeudamiento, el mayor “logro” del gobierno, por así decirlo. Ese gran logro se tradujo en haber endeudado al país en más de US$10 mil millones en apenas seis años, pasando la deuda del sector público no financiero de US$19 mil millones en el 2012 a US$30.3 mil millones en el 2018. Todo un récord tan difícil de superar como los hits dados por Pete Rose.
Pero si nos vamos a la deuda pública total, el incremento es más impresionante ya que hablamos de US$15 mil millones en seis años o US$2.5 mil millones por año.
No mencionamos otras deudas encubiertas como la del Banco de Reservas a través del Fideicomiso Vial o los pagos a generadores como préstamos privados. Tampoco la de contratistas y suplidores del Estado no registradas en Crédito Publico. Y ni hablar de las instituciones autónomas, muchas de ellas albergues para vagos, trasnochadores y trásfugas políticos, cuya deuda es más alta que todo el presupuesto que reciben en un año.
En lo fiscal, las cifras del cuadro de Andy son relevantes. Pero no dice que, en los años de Balaguer, Leonel e Hipólito, se dedicaba entre el 20% y 30 % del presupuesto a inversión pública mientras que los genios del actual gobierno apenas invierten entre el 12% y 14%, usando la diferencia para nombrar más gente en el gobierno, publicar cientos de páginas de propaganda gubernamental y robarse el resto del dinero cobrando comisiones hasta para comprar papel sanitario.
En materia fiscal este gobierno ha sido descuidado e irresponsable al no someter la reforma fiscal integral que demandan todos los sectores y que evitarían un desmadre de la economía más temprano que tarde. Pura politiquería para no tener que acogerse a un manejo fiscal más trasparente y una mejor calidad del gasto, lo que liquidaría el servilismo, el clientelismo y la vagabundería que reina en la administración pública.
Y si hablamos de otras reformas como la eléctrica, la laboral, la seguridad social y otra media docena que duermen el sueño eterno en los escritorios de altos funcionarios, concluimos que en esta materia el gobierno se ha caracterizado por ser el líder indiscutible de la anti-reforma, porque en este país la institucionalidad está más cargada de basura que Duquesa y Rafey juntas.
Las comparaciones son muchas veces peligrosas. Recordemos que fue Balaguer, seguido por Guzmán, los que impulsaron el turismo y las zonas francas, pilares que sostienen hoy la economía dominicana. Danilo y los demás expresidentes también lo han hecho.

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