El cuadro de la miseria

El cuadro de la miseria

Es evidente lo triste que se oye la lluvia en los techos de cartón. Es una realidad que se expone cada vez que llegan a nuestro territorio los fenómenos atmosféricos y el agua desbordada.

Ellos desnudan el nivel de pobreza en que viven muchos humildes hijos del pueblo. Lo demuestran las imágenes crudas plasmadas en los medios de comunicación donde se aprecian casuchas frágiles construidas a orillas de cañadas, arroyos, ríos, lagunas y en laderas que se desprenden con la humedad de los terrenos y donde conviven junto con la basura, las plagas, el hedor y la insalubridad.

Esto ocurre en un país donde cada año la naturaleza nos trae huracanes, tormentas, depresiones atmosféricas y torrenciales aguaceros.

Y junto a la lluvia y las inundaciones, llegan también las lágrimas, la angustia, la muerte, el hedor y el correr de gente que no tiene a dónde ir.

Pero sólo la desgracia permite apreciar esta cruda existencia.

¿Dónde están las acciones y los planes concretos para impedir que esto ocurra cada año?

Simplemente la gente construye casuchas de mala vida donde les parece y allí empieza la procreación desbordada de hijos sin escuelas, medicinas, ropa, comida y, sobre todo, algún futuro.

La desgracia generada por la inclemencia del tiempo revela claramente hasta dónde se expresa la falta de políticas claras que ayuden a conjurar la espantosa imagen de una miseria que se nutre de la ignorancia, la irresponsabilidad y la falta de planificación.

Estas barriadas crecen para tornarse en una pesada carga social y en un terrible problema para el Estado.

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