El cubano Roberto Fonseca da nuevo lustre a su jazz teñido de romanticismo

El cubano Roberto Fonseca da nuevo lustre a su jazz teñido de romanticismo

PARÍS. AFP.  El pianista cubano Roberto Fonseca, ex miembro del Buena Vista Social Club, llega el miércoles a París con su nuevo álbum «Yo», un viaje musical en el que la kora eléctrica, el órgano Hammond, el slam o los cantos africanos dan un nuevo lustre a su jazz teñido de romanticismo.  

«Me gustan el hip hop, el rock, los mariachis, me encantan Bach, los compositores clásicos europeos, la música electrónica, la techno. Y el desafío de este álbum era integrar todas estas músicas para llevarlas hacia una única dirección», dijo Fonseca en una entrevista en francés a la AFP.  

«Yo», publicado por Jazz Village, es una pequeña revolución en la carrera del pianista, un viaje en el que sus raíces europeas y del África occidental alimentan su jazz afrocubano, una mirada hacia el pasado para proyectarse hacia el futuro.  

En el tema «80’s» hay un diálogo entre los tambores bata cubanos y los sabares de Senegal.

En «Bibisa» comulgan el piano y la kora (un instrumento de cuerdas africano), mientras que «Mi negra Ave María» tiene aires de rock, con un bajo hipnótico y el slam (poesía recitada) del estadounidense Mike C. Ladd. 

«Esta álbum me muestra tal como soy ahora, con mi evolución y todo lo que viví», explica el pianista de 37 años, que en 2003 sustituyó a Rubén González en el Buena Vista Social Club.

«El desafío era conseguir una música abierta. En este álbum utilizo instrumentos que se identifican con una época determinada, como el órgano Hammond, el Fender Rhodes, el Moog (diversos teclados muy comunes en la música de los años 1970)», explica.  

«Pero los trato de manera muy actual, como en ‘Rachel’. En ‘Bibisa’, un tema compuesto por un malí pero tocado a la manera cubana, construyo un puente entre África y la música cubana», dice Fonseca.  

«Creo vínculos, experimento. Pero la verdadera novedad es la sonoridad, nunca había tocado con una kora o un ngoni (otro instrumento de cuerdas africano). En la kora eléctrica suena casi como si fuera una guitarra eléctrica», asegura.  

Por encima de la gran riqueza de estas texturas, el pianista despliega su interpretación nostálgica, a veces melancólica, impregnada de cultura clásica.  

«Siempre quise que me consideraran un pianista romántico. Soy una persona bastante nostálgica», reconoce el cubano.

«Cuando toco temas con mucho ritmo y muy ‘percusivos’ en el piano, siempre hay dentro de esas estructuras una cierta nostalgia de la que no puedo deshacerme», añade.  

Dentro de la música cubana, Fonseca siente un afecto especial por el son montuno y la guajira, dos estilos «cercanos al blues». «Casi todos los temas están compuestos en tono menor», resalta.  

Cuando su carrera prometía ser brillante, Roberto Fonseca decidió ponerla entre paréntesis en 2003 para unirse al Buena Vista Social Club, donde estuvo hasta 2007.  

«Más que un paréntesis, el periodo en el Club fue un tiempo de aprendizaje de músicas tradicionales cubanas, una suerte de escuela con profesores increíbles, como Ibrahim Ferrer, Cachaíto o Guajiro Mirabal», recuerda.  

Cuando en 2007 publicó su álbum «Zamazu», el músico ya se había convertido en una estrella internacional gracias al éxito planetario del Buena Vista Social Club.  

Tras su concierto del miércoles en el mítico Olympia de París, Roberto Fonseca actuará en los festivales franceses de Marciac y de Estrasburgo, antes de empezar una gira por los principales festivales del otoño boreal.

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