El cuco haitiano y la vida de las mujeres

El cuco haitiano y la vida de las mujeres

Millizen Uribe

Aunque ya antes había advertido de un uso perverso e irresponsable del tema haitiano, en el sentido de que se coloca y se saca de la agenda de la opinión pública, con el objetivo de distraer, de polarizar, pensé que si esta práctica tendría un límite sería la vida de las mujeres.
¡Qué decepción! La nueva campañita articulada en relación a la denuncia de una mafia que opera trayendo parturientas haitianas a los hospitales dominicanos demuestra lo contrario: que no hay límites ni pudor para el planteamiento selectivo y utilitario de este tema.
Esa es la única explicación para que ante la existencia de un problema concreto como es la alta tasa de mortalidad materna en República Dominicana, que de acuerdo a un informe reciente de la Colectiva Mujer y Salud y Women’s Link Worldwide, para el 16 de julio de este año, 94 mujeres habían muerto por causas relacionadas al embarazo, las autoridades de salud, en coro, se despachen con declaraciones en relación a la cantidad de parturientas haitianas y de cuánto consumen del presupuesto Nacional.
Y no es que no considere que para el país este sea un dato relevante, pero cuando esa es la respuesta ante realidades tan tristes como que cada dos días muere una mujer embarazada, en un ejercicio que debe ser bello, natural y seguro, la respuesta de los funcionarios de salud sea que lo que pasa es que muchas de ella son haitianas.
Lo primero es que ese es un enfoque inhumano, vergonzoso e irresponsable de un tema de vida o muerte. Lo segundo es que es inadmisible que funcionarios, remunerados, estén dedicados a hacer denuncias en los medios de comunicación. ¡Déjenles eso a los ciudadanos comunes!
Si hay una mafia, estas autoridades deben ir donde sus colegas de Migración y enfrentarla. Atacar la red de corrupción que la permite y que se beneficia de ella, que debe incluir, por cierto, a militares, empresarios y traficantes, de allá y de aquí, incluyendo cómplices de los mismos hospitales.
Lo que no se puede hacer es centrarse en el eslabón más débil, las mujeres necesitadas de dar a luz en condiciones mínimas. Tampoco conformarnos con esta denuncia, en un patético esfuerzo de justificar una doble negligencia: que en los hospitales dominicanos a las mujeres no se les garantiza parir sin altos riesgos y que en la frontera dominico-haitiana no hay el mínimo control.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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