El cuco

El cuco

 LEO BEATO
Ahora es el Chapulín colorado quien ha fríamente calculado los fuegos de California para confundir a la nación. El miedo extremo (terror) es el motor de toda inercia humana. Nos petrifica tal como dijo en una ocasión el presidente Ike Eisenhower.

El miedo al gato hace que los ratones se mantengan en su ratonera. También existe entre nosotros un nombre colectivo, El Cuco, que vive en las profundidades  del subconsciente con el que nuestras abuelas nos mantenían sin movernos.

 Este es el mecanismo empleado por los grandes abusadores a través de la historia para mantener sumisos y amaestrados a sus pueblos. El Cuco de moda después del 9 de septiembre del 2001 ha sido Osama Ben Laden. ¿Dónde se encuentra Osama Ben Laden…eh? Hace poco apareció dando un mensaje de que él no tenía nada que ver con la demolición controlada de Las Torres Gemelas. Sin embargo, el Osama que siempre aparecía por la cadena de noticias árabes Al zaera era zurdo y este de ahora, además de tener la barba teñida de negro y un tinte de Jesucristo (¡Hasta eso han  llegado los que manipulan su figura!), es a todas luces derecho. ¿Cuál de los dos es el verdadero Osama Ben Laden? ¿No serán ambos  montajes para mantenernos aterrorizados y justificar a Al Qaeda? 

Lo curioso es que cada uno de  estos extraños videos surgen precisamente cuando hay un bajón de popularidad del  presidente George W. Bush (menos del 23%) quien en una reciente conferencia de prensa dijo textualmente: «Hay que mantener a raya a Irán con sus planes nucleares si es que queremos evitar la Tercera Guerra Mundial». Además, ?garantizó? que iban a suceder tragedias como la del 9/11. Eso fue antes de los sospechosos incendios que han hecho papillas de California. ¿Tendrá una cosa que ver con la otra? Además de llamar al Cuco se le zafó un lapsus linguae monumental: la Tercera Guerra Mundial indicando que en su subconsciente se está barajando esta posibilidad. De hecho, su última Orden Ejecutiva, D 51, que equivale casi a un decreto monárquico, le concede ilegítimamente el poder de declarar a la nación en estado de emergencia nacional en caso de una posible amenaza de terrorismo y bajo su discreción. En otras palabras, un auto golpe de estado automático que daría al traste con las elecciones presidenciales del 2008. ¿Queremos mejor Cuco?

En psicología clínica el miedo al Cuco se identifica como un estado de parálisis generalizada o de negación permanente (state of denial). El miedo es tal que el individuo o el pueblo rehúsa aceptar otra realidad que no sea  en la que lo han acostumbrado a vivir y en la que lo han programado desde que nació. Una especie de mecanismo de defensa colectivo que no permite aceptar nuevos paradigmas ( nuevos modelos de razonamiento). El mejor ejemplo de este fenómeno es la mentalidad antes y después de Sept. 11. El que aún se aferra a la leyenda de que las Torres Gemelas de Nueva York y el Edificio #7 contiguo a ellas fueron demolidas por Osama Ben Laden y 19 árabes fanáticos (15 de los cuales eran sauditas y 9 de ellos aún están residiendo en Arabia Saudita), continúa viviendo en un estado de auto  negación selectiva. El que haya comprendido, sin embargo, que se trató de una operación planificada, una demolición militar controlada a control remoto (inside job) para justificar la llamada «guerra contra el terrorismo» y la ocupación del Medio Oriente ha asimilado la nueva «realidad». Por lo menos eso piensa Michel Chossudovsky autor del best seller «La Guerra contra el Terrorismo» (War on Terrorism). Existen pruebas de que los planes para invadir a Afganistán se comenzaron a hacer casi un año antes de que sucediera la tragedia del 9/11 y, por lo tanto, no puede extrañarnos tampoco que ahora se trate de usar otra treta parecida para invadir a Irán con el pretexto de evitar La Tercera Guerra Mundial. Esto lo  afirma Paul Levy en su libro «War on Consciousness» (Guerra contra la Conciencia) confirmando las palabras de Albert Einsten: «La verdad al principio es rechazada como una mentira, luego es aceptada por un pequeño grupo y atacada por la mayoría para, mas tarde, ser aceptada como evidente y real». De acuerdo con Paul Levy la reacción a una atrocidad es la de borrarla de la conciencia como si no hubiera existido jamás. Eso exactamente ha sucedido con el trauma que sufrimos el 11 de septiembre. La mayoría de la población norteamericana ha preferido tragarse el cuento oficial con su consiguiente encubrimiento tal como se tragó la versión oficial del asesinato de JFK (John F. Kennedy), de su hermano Robert y de Martin Luther King Jr. sin tomarse la molestia de investigar qué fue  lo que sucedió en realidad. Todo el mundo continúa su agitada vida porque no hay tiempo para nada más. Comer para trabajar y ver mucha televisión, trabajar para vivir y seguir viendo mas televisión, esa es la consigna ¿Cuál es la película y cual es la realidad? Eso no importa porque el Cuco no nos deja ni pensar. Mientras tanto soñamos que estamos vivos y que podemos comer y cambiar de carro cada tres años mientras el resto del mundo se muere de hambre y anda a pie. Nunca podremos ser parte de lo que la antropóloga británica Margaret Mead describió de la siguiente forma: «No dudemos que un puñado de seres humanos comprometidos puede cambiar la realidad de nuestro mundo. De hecho, ésto es lo que siempre ha sucedido». «¿Cómo es posible», escribió en otra ocasión, «que unos cuantos  puedan tenerlo todo por tanto tiempo sin que la mayoría de los demás seres humanos que no tienen nada caiga en la cuenta?». Hay que despertar algún día de esta pesadilla, pues hemos vivido sumergidos por tanto tiempo en ella que nos puede servir de antídoto para liberarnos del Cuco (el miedo) con que se nos ha mantenido maniatados por  los siglos de los siglos. Es como el asmático que en un ataque de asma se lanza al aguacero torrencial y luego constata que fue precisamente al empaparse de  la lluvia que sus bronquios se expandieron de repente haciendo que pudiera respirar sin dificultad. La terapia de la «reality shock». Naturalmente existen muchos tipos de  reality shocks en nuestra vida como el de la Agencia de Seguridad Nacional y el del terrorismo constante y permanente en los aeropuertos que hace que aceptemos mansamente que se nos trate como conejillos de indias en constante proceso de domesticación. Los perros de Pavlov ahora convertidos en gente. De acuerdo con John Cooley, autor del libro «The Unholy Wars: Afganistán, Irak y el Terrorismo» (Las Guerras Sacrílegas: Afganistán, Irak y el Terrorismo) el Cuco de Ben Laden fue creación de la CIA en contubernio con el servicio de inteligencia paquistaní (el ISI) que de hecho aun sigue protegiéndolo junto a la cacareada Al Qaeda que nadie sabe con exactitud en qué consiste y donde realmente se encuentra. No es coincidencia, sin embargo, que Ben Laden sea el «cabecilla» de este gran infundio. Se dice que Dan Rather, el renombrado periodista de televisión, está incluyendo al Cuco de Ben Laden en su demanda contra la CBS (Columbia Broadcasting System) por haberlo injustamente cesanteado.

Se dice que según él este  Cuco fue una creación de la CIA con la División de Juegos Militares de Guerra (Military Games Division) de esa cadena de televisión con miras a aterrorizar al pueblo norteamericano. ¡De los políticos, de los guardias y de los Cucos  libéranos Señor! Y también de otros cucos que viven entre nosotros y que hablan inglés.

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