“El cuento de nunca acabar”, una muestra de madurez de cinco escritores

“El cuento de nunca acabar”, una muestra de madurez de cinco escritores

Por Virgilio López Azuán

Cinco narradores dominicanos han presentado al país el texto: “El cuento de nunca acabar” (2024). Ellos son: Avelino Stanley, Rafael Peralta Romero, Luis R. Santos, Emilia Pereyra y Rafael García Romero. Lo primero es que en el texto que analizamos tenemos a cinco excelentes narradores que han fortalecido el mundo narrativo dominicano con sus aportes en las últimas décadas.

En “El cuento de nunca acabar” temas como la muerte, la violencia, la religión, las creencias, el suicidio, la delincuencia, el racismo, la corrupción, el erotismo, lo moral, el amor, entre otros, conforman esta narrativa expresada con fortaleza y vitalidad.

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El más complejo de todos los cuentos de la colección en cuanto a su elaboración y simbolismo lo es “A los ojos del gato”, de Emilia Pereyra. Esther Jiménez, en el prólogo dice que “el personaje principal se ve expuesto a una atmósfera que traspasa otra dimensión, la cual irrumpe con la realidad”. “En la trama un gato aumenta de tamaño y ataca vorazmente a la narradora-personaje”.

Aunque son narraciones diferentes, en Emilia Pereyra los lectores, como lo es nuestro caso, acompañamos todo el discurso de los textos, de aquellos pasajes de la memoria emocional agazapada en algún rincón de los recuerdos. Ese texto en particular, de difícil factura, aproximó a la autora a sus mundos del inconsciente, los que subyacen ante un posible miedo a la muerte o a aquellos que presionan las emociones en nuestras habitaciones interiores.

Los otros tres cuentos de Emilia Pereyra son: “Amiga, tu último instante”, que trata el tema del suicidio; “Mala noche”, que versa sobre la violencia contra la mujer; y, “Tres calamares”, donde narra las vicisitudes que viven en la cárcel tres hombres de las élites acusados por corrupción, donde se confirma el dicho: “El preso no es gente”.

Avelino Stanley nos trae los cuentos “La caravana”, “Versus”, “El presentimiento” y “El ciego y el ladrón”. Este narrador en sus obras trata los temas de la lucha en contra del racismo, el humor, la negritud, la violación de derechos, el eco de las voces africanas y la de los cocolos. En el cuento “La caravana” hay un eficaz manejo de las emociones del personaje principal, la expectación ante un ritual de entierro que va camino del cementerio y el desenlace inesperado, que no es más que una alegoría al derrotero y la incertidumbre de un mundo en franca dispersión. Por su lado, el cuento “Versus”, que habla del pasado amistoso entre dos escolares y que hoy sus hijos se enfrentan en una competencia de Taekwondo. En “El presentimiento” hallamos el drama de la muerte por violencia, el racismo y el sufrimiento de los inmigrantes. En el caso de “El ciego y el ladrón”, es un relato donde prevalece el diálogo, entre una persona ciega y un ladrón que entra a la casa. Es muy reflexivo y donde el autor presenta un drama familiar de azares.

Rafael Peralta Romero, otra voz destacada de la narrativa dominicana, nos trae los cuentos “Bar Treby”, “El zapato”, “Palillo profeta” y “Robar un diamante”. Es el autor más hilarante de los cinco. De todos, el que más me impactó fue “El zapato”. En esta narración un “supuesto ladrón” ha entrado a la casa de Graciosa a espaldas de Cándido, su esposo. “Adelante, quienquiera que sea que me esté tocando las puertas del alma”, lo cual “era una clave para que el visitante nocturno, empujara la puerta que da al patio”. Lo demás, lo dejo a los lectores. El cuento “Palillo profeta” está ambientado en los tiempos de las velloneras. Personaje bebedor que en una borrachera lo metieron al hospital. En uno de sus delirios vio a sus padres tostándose en el infierno como aves, cosa que lo asustó mucho. También escuchó una voz que le dijo:
—¡Arrepiéntete para que sean perdonados tus pecados!

Y se arrepintió de sus andanzas. Tanto fue su cambio que llegó a entender e interpretar todas las cosas hasta que se creyó profeta. Este argumento es interesante para ser ampliado por la forma en que el autor describe, como por falta de documentos es hecho preso y las visiones que experimenta en su tránsito de conversión. En “Robar un diamante” el autor presenta a Wally, un joven proveniente de una familia cristiana, quien roba una piedra preciosa —un diamante valorado en 160 mil dólares—, y por sus vicios, lo cambia por una porción de drogas. Lo juzgan, cae preso y luego recibe una carta esperanzadora de su padre.

Luis R. Santos, narrador importante de esta camada de escritores presenta, en “El cuento de nunca acabar”, cuatro cuentos: “Los derrotados”, “El asaltante que amaba la literatura”, “Mariana de las flores, de las mariposas y la soledad” y “El otro círculo”. Dotado de una expresiva fluidez textual, Santos, en “Derrotados”, nos lanza a la esquina de la ruptura de una pareja con más de 15 años de casados, donde él, por un lado, explica las razones que lo impulsan a la separación; y ella, por el otro, que se encuentra lejos, en Dubái, también hace lo mismo. Le habla desde la lejanía. Cada quien escribe desde su espacio, palabras cargadas de vivencias, dolores y ternura. Al final, ambos confiesan que, a pesar de todo eso, no se separarán. Este es un cuento de amor y confesiones, que se hace a distancia, sin que ambos lo sepan. “Mariana, de las flores, de las mariposas y la soledad”, nos atrapa con el tema de la Revolución de abril del 1965, donde murió su padre, y cuarenta años después la muerte de su hijo por haber sido acusado de colocar una bomba en la embajada de los Estados Unidos, en protesta por la invasión a Irak.

Rafael García Romero incluye en el libro los cuentos: “Una almohada vacía, a tu lado”, “Las siete puertas del amor”, “Cuento de Navidad” y “Una despedida formal”. La factura poética está presente en la muestra de este destacado narrador. Algunos autores aseguran que, si la prosa no tiene, aunque sea una pizca de poesía, está incompleta. Yo también lo creo. No es que haya una fusión de género literario o manera de abordar el relato. No. Es que hay un poeta en García Romero que se columpia en su prosa, funámbulo y hasta marginado. Su fantasma lumínico se hace elástico en los cuentos “Una almohada vacía, a tu lado” y “Una despedida formal”. Este último es fascinante. Narrado en segunda persona, penetra a hondones la fantástica imagen del pececito negro nadando en el techo como una imagen de la ilusión.

El libro “El cuento de nunca acabar” es una muestra de la madurez de sus autores que le dan vigencia a un género literario y tiene en ellos parte de sus mejores exponentes en República Dominicana.

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