El cuidado de los envejecientes

El cuidado de los envejecientes

A medida que vamos ganando años, tendemos a ser más rígidos en nuestras convicciones, a aferrarnos más a ellas y a mantener nuestros puntos de vista con mayor intensidad. Esto es especialmente evidente en nuestros ancianos, que han pasado muchas etapas en la vida, algunos han vivido guerras, y todos en general han tenido que ir adaptándose a los numerosos cambios que se han ido dando a lo largo del siglo XX en el modo de vida.

Por tanto, cuando llegan a esta edad de la vida, somos nosotros, los jóvenes, quienes tenemos que mostrar la máxima comprensión y flexibilidad hacia ellos, y no exigir de su parte lo que ni siquiera nosotros somos capaces de proporcionarles.

Normalmente, los ancianos están habituados a su entorno. Aunque en ocasiones aparezcan algo desorientados, mientras viven en la misma casa y se rodean de las mismas personas tienden a mantenerse bien aferrados a su entorno. Sin embargo, cuando cambian de domicilio y se despiertan por la noche en un entorno diferente al que están habituados, muchos tienden a desorientarse, a sentirse alejados del hogar y amenazados, razón por la cual se sienten angustiados y se agitan. Esto sucede, por ejemplo, cuando por alguna causa hay que ingresarlos en un hospital durante unos pocos días. Es fácil observar que su relación se va deteriorando, y se desconectan cada vez más de la realidad.

Esto suele asustar a la familia, pero hay que subrayar que es, normalmente, pasajero: cuando vuelve a su casa, a su vida habitual, a rodearse de sus objetos, se siente reconfortado, la amenaza desaparece y suelen recuperar su comportamiento anterior.

Por ello, ante todo hay que insistir en que su comportamiento no es caprichoso, que aunque a veces parezcan niños no lo son, y que siempre subyace alguna causa en sus actitudes. Es conveniente ser pacientes e intentar comprender lo que les está sucediendo, porque es la mejor manera de llegar a ellos y conseguir entenderse.

OBJETIVOS

Mantener el estado físico y psíquico del anciano lo mejor posible. Para ello debe:

• Respetar la intimidad y dignidad del anciano lo más posible.
• Respetar y reforzar su independencia.
• Llamar al anciano por su nombre.
• Hablarles en el tono de voz adecuado, con claridad, despacio y siempre con respeto.
• Mantener frente a ellos una actitud positiva y alegre.
• Tener gestos de afecto habituales, pero siempre con respeto.
• Escucharles con paciencia.
• Animarles a que estén activos el máximo tiempo posible.
• Fomentar la amistad y comunicación entre ellos.
• Motivar a las mujeres a visitar la peluquería, y a los hombres para que se rasuren o afeiten la barba.
• Averiguar cuáles son sus aficiones o actividades favoritas y tenerlas a su alcance, si es posible.

Fuente: Prevenir

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