El cundangólogo fallido

El cundangólogo fallido

En los años de la década del sesenta mi amigo unía las características de cundangófobo y cundangólogo. Porque así como manifestaba su rechazo a los usuarios de la carne de cocote, asimismo se ufanaba de reconocerlos  con rapidez y facilidad.

-Si ves a un hombre atribuyéndole la condición de pájaro a muchos de sus congéneres, sin pruebas fehacientes, olvida y tumba, que ese tipo tiene devaneos femeniles; lo que pasa es que quiere demostrar que su afición cocotófila es algo común- afirmó en una ocasión con voz y ademanes enfáticos.

 Aseguraba que los auténticos machos no se arreglaban las uñas en barberías, y mucho menos en salones de belleza, y citaba entre las “locas” potenciales o clandestinas a los hombres que usaban aretes, aunque mostraran cuerpos musculosos y voces de tono grave.

-Desde hace muchos años es harto sabido que existen aparentes murallas, que en realidad son Mirellas- repetía con autosuficiencia burlona.

-No crean en hombres que no sigan con mirada insistente el paso de una mujer con cuerpo generoso en curvas, o que no piropee a las féminas; antes de morirse, quizás en medio de una borrachera, asumirán su vocación pajaroide-era otra de las teorías cundangófobas que esgrimía.

Se jactaba mi amigo de que entre sus parientes no había gays ni lesbianas, y que si surgiera alguno, le negaría hasta el saludo.

-Preferiría que un hijo fuera brechero, borrachón, o amante de las prostitutas, y no que se inclinara por los hombres, porque sería capaz de despojarlo legalmente de mi apellido, y lo mismo haría con una hija lesbiana- llegó a afirmar.

En una ocasión alguien interrumpió su exposición cundanguicida para indicarle que, como cualquier padre, corría el riesgo de que un hijo le saliera con orientación sexual minoritaria.

-¡Imposible!- exclamó.- Así como un gato no puede engendrar un perro, un macho probado no fabrica homosexuales.

Para su desdicha, el menor de los hijos varones comenzó a mostrar amaneramientos femeniles desde la adolescencia.

Pero para sorpresa de sus relacionados, se resignó ante el hecho, y aparentemente ha mantenido normales relaciones con su vástago, hoy declarado gay.

Claro que el machazo renunció a sus pronunciamientos homofóbicos, y de cuando en cuando deja caer una antigua y conocida frase: no se debe escupir para arriba, porque la saliva nos puede caer en la cara.

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