El daño está hecho.- No hay forma de devolverle a Joaquín Hidalgo Marte y Alex Cruz Díaz los siete meses de sus vidas que pasaron en la cárcel acusados falsamente de asesinar a Paola Santana, y mucho menos resarcirlos por todo lo que padecieron durante un encierro injusto que ha colocado sobre sus espaldas el peso enorme de un estigma social del que será muy difícil deshacerse. Y así ha sido. Luego de que fueron dejados en libertad “por falta de pruebas” no han podido sacar un papel de buena conducta ni realizar ningún trámite legal, pero tampoco salir a la calle como cualquier persona normal porque son de inmediato señalados como asesinos, según lo que contó su abogado.
El representante legal de los jóvenes, dejados en libertad en septiembre del pasado año, anunció que será ahora cuando iniciará acciones legales contra el Estado dominicano luego de que otra persona, que también trabajaba en la zona franca donde murió Paola, confesó haberla violado y asesinado. Pero conociendo la lentitud desesperante de nuestra justicia pasarán años antes de que pueda producirse algún fallo sobre esa demanda, lo que simplemente quiere decir que cuando llegue esa decisión, si es que algún día llega, para todos los fines será demasiado tarde para dos ciudadanos inocentes a los que el sistema de justicia convirtió en víctimas.
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Los que llévanos algún tiempo en estos afanes sabemos que no es la primera vez que la Policía consigue confesiones mediante tortura física, lo que en este caso parece explicarse por su afán de cerrar casos con alto impacto mediático, y por lo que se ve no existe la menor intención de abandonar métodos incompatibles con la democracia. Pero ya el daño es irreversible, pues las vidas de esos dos jóvenes quedarán marcadas para siempre. Y todo eso agravado por el hecho de que no habrá consecuencias para ninguno de los responsables –hablo de policías, fiscales y jueces– de haberlos enviado injustamente a la cárcel, lo que se convierte en el mejor estímulo para que algo así vuelva a suceder.