El daño ocurre de forma asintomática

El daño  ocurre de forma asintomática

Los glaucomas pueden ser clasificados como primarios o secundarios a enfermedades oculares y/o sistémicas.
Dentro de los primarios tenemos principalmente al de ángulo abierto y al de ángulo cerrado.
El glaucoma primario de ángulo abierto es el más frecuente de todos y se produce cuando el ojo no drena eficientemente el líquido interno que produce, desencadenando un aumento de la presión intraocular que comienza a dañar las células del nervio óptico. El daño ocurre de forma asintomática y el paciente pudiera tener un deterioro en su campo visual sin notarlo.
En el glaucoma de ángulo cerrado existe un bloqueo anatómico del ángulo de la cámara anterior por parte del iris. Esto puede llevar a un aumento de la presión intraocular y lesionar el nervio óptico. En el glaucoma agudo por cierre angular, la enfermedad puede ser dolorosa, al punto de necesitar cuidados de emergencia. Muy a menudo la enfermedad se vuelve crónica, progresiva y sin síntomas.
Dentro de los secundarios uno de los más comunes es el glaucoma neovascular, muy frecuente en pacientes diabéticos descontrolados. En este tipo de patología, la presión puede alcanzar niveles sumamente elevados para los que en muchos casos se requiera cirugía.
También podemos encontrar glaucoma en la población pediátrica, aunque se trata de una enfermedad poco frecuente en esta etapa de la vida. El glaucoma congénito tiene un pobre pronóstico visual y manifiesta signos y síntomas desde el nacimiento. El mayor porcentaje de estos niños terminan en cirugía ocular.

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