CÉSAR PÉREZ
El presidente Fernández, como casi toda persona que ocupa altas investiduras y que por lo tanto ostenta mucho poder, ha incurrido en actos de soberbia, sobre todo en los últimos meses, propios de la soberbia que da el poder, que podrían ser signos tanto del agotamiento propio de los fines de los mandatos y del su poder mismo, como de la ceguera que generalmente impide a los gobernantes de conectarse con la realidad.
Entre esos actos, que en política se llama errores, puede ser importante citar: la forma y la esencia de los nombramientos hechos a mediados de este mes de agosto, tradicional fecha de cambios en los gabinetes presidenciales, y en la forma en que ha tratado los temas Danilo Medina y Amable Aristy Castro, que están íntimamente ligados al de los referidos nombramientos.
El Presidente ha dado muestras de soberbia al desconocer el sentimiento de cambio real en el gabinete de su gobierno, reclamado por diversos sectores de la sociedad y por importantes figuras de su partido y de su propio gobierno. No solamente no efectuó ningún cambio sustantivo en el gabinete, sino que como abuso de su poder, y contra la ley de austeridad que él mismo promulgó, crea cerca de treinta nuevos puestos para tránsfugas, secretarios sin carteras, etc., incrementando el gasto público en pago a gente que no trabaja.
La soberbia del poder, contrario a lo que comúnmente se piensa, a veces más que expresión de seguridad de la fuerza de quien la usa, es una muestra de incertidumbre, debilidad e inseguridad de quien lo detenta. En tal sentido, no introducir cambios sustantivos en el gabinete, constituye una reiteración de una tendencia del ejercicio del poder pretendiendo estar bien con todo el mundo, que es no estar con nadie. Estar con alguien implica una asunción de responsabilidad, no tomar medidas por imposición, como ocurrió en el caso del secretario de Medio Ambiente.
Es un error del Presidente, formar un pelotón de tránsfugas para la batalla por su reelección, pensando no solamente que éstos asumirían el trabajo sucio contra la oposición, sino que además le sumarían el puñado de votos necesarios para su propósito. Ese tipo de pelotón podría hacer las tropelías propias de ellos y del fin buscado, pero, pero en la coyuntura o momento en que fue creado, radicaliza el descontento de gente proclive a votar por el partido de gobierno en las próximas elecciones y de quienes dentro de ese mismo partido, no están conformes con forma en que se conduce el gobierno.
En cuanto a los temas Danilo y Amable, el Presidente, sus estrategas de toda suerte, subestiman el peso que ha tenido y aun tiene el primero en el PLD. Subestiman el factor subjetivo de la adscripción a un grupo al interno de un partido y cómo los procesos de lucha interna solidifican y hasta fanatizan los grupos que se enfrentan, independientemente de los intereses o ideas que separan o dicen ser causas de la lucha.
Es a partir del enfrentamiento Leonel/Danilo cuando comienza a descender el nivel de valoración del primero y a revertirse lo que era siempre una constante: una mayor valoración del candidato presidente sobre su partido. Eso es un dato medido en las últimas encuestas. La coincidencia entre la caída de popularidad del Presidente y el incremento de la tasa de rechazo hacia él, no pueden ser disociadas del hecho de que al interior de su partido ya no tiene la aceptación de antes.
En lo que respeta a Amable Aristy, el haber realizado el Presidente la ampliación de la alianza que con los tránsfugas del PRSC mediante dádivas y puestos en su gobierno, junto a la nueva ley municipal que, con justicia, limita el rol de la Liga Municipal Dominicana, constituye una acción con la que se subestima a quien mejor se conecta con las bases reformistas, que en fin de cuentas son gran parte de lo que son hoy las bases del PLD.
En política, los errores de cálculo en las coyunturas electorales suelen tener un efecto dominó que conducen a derrotas inesperadas y los que son frutos de la soberbia, de la sobre auto valoración de la capacidad de un candidato, terminan con grandes sueños de proyectos, poder o reinado por largo tiempo. No siempre esta posibilidad se materializa, pero las condiciones para que así sea no solamente son reales, sino que comienzan a ser medidas por las recientes encuestas.