El Darío angustia al Presidente Danilo

El Darío angustia al Presidente Danilo

Dicen que el ambiente era de guerra. Uno lloraba desesperado por el dolor de miembro amputado. Otro se retorcía por un clavo en un fémur Infectado. Al otro lado, mujeres vociferaban demonios por que no había cirugía, y el hijo seguía esperando sin dormir, hambriento y sudoroso, de que alguien le supliera los materiales que el hospital no tenía. En cada habitación 6 y 8 traumatizados por accidentes, con pesas en las piernas y la cabeza, como si se tratara de una post-guerra. Los pasillos repleto de gente pobres del Sur, del Este; jóvenes, mujeres y viejos; también, algunos niños lloraban de dolor, calor, hambre, sed y desapego de la madre que les dejó con la tía.

El Darío parece cualquier ruina o almacén de gente indigente, pobres, mendigos y traumatizados que, por su condición de vida desigual, se exponen a un servicio precario, deshumanizado, sin respeto a la dignidad de las personas.

Allí se anunció la llegada del humano Presidente Danilo Medina Sánchez, quien ha preferido ver, palpar, olfatear por sí mismo la precariedad y abandono del sistema hospitalario del país. Dicen que el Presidente se mordía el labio inferior, se llevó la mano a la cabeza en más de una ocasión, “cómo es posible, se van a infectar uno con otros” decía con la voz quebrada y el “jalaíto” sureño.

En la emergencia, en los pasillos, decenas de trabajadores improvisaban limpiar, descargar a puras cubetas sanitarios tapados. El mal olor, el calor, el abandono y la cara deshumanización eran espantosos. “Dónde hay un baño” dijo el Presidente, -ahí fue que la puso dura- venga por aquí señor Presidente, la gente importante va al baño del director del hospital, decía una mujer con un suape en las manos.

“Esto no puede ser”, “no puede ser”, decía el angustiado Presidente. Así aumentaba su dolor, su angustia y capacidad de asombro. El Colegio Médico Dominicano semanas antes, había  protestado junto a los médicos  por la falta de insumos; por las condiciones de precariedad y de miedo que tienen los médicos y enfermeras en realizar los servicios; bajo el acoso, la amenaza de los enfermos y familiares cuando le dicen que no hay yeso, jeringuilla o un analgésico. El Darío Contreras vive el día a día, la ineficiencia se ha hecho hábito, cultura y filosofía, de sobrevivir en la deshumanización. Allí se angustió el Presidente, que de seguir visitando al sistema de salud, se encontrará con la misma angustia generalizada.

El Presidente es reflexivo, maduro y sintiente. Presidente, hable, escuche, siéntese con el sector salud. Ejecute el proyecto de humanizar, gerencial y distribuir con equidad el dinero de los pobres que van al sistema subsidiado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas