En este artículo analizamos los conceptos plasmados por el autor coreano y alemán Byung-Chul Han en su más reciente libro denominado Infocracia (2022).
De este autor se conoce muy poco; lleva una vida austera y bastante privada pero enriquecida en cuanto a producción científica; Infocracia es una de sus últimas producciones literarias, es un libro poco optimista en cuanto al desarrollo de una humanidad impactada despiadadamente por el contenido de las redes que convierten en palabras del autor al ser humano en rehén; las personas se sienten libres, pero es una libertad condicionada y mediada por datos que comparten digitalmente.
Han es un autor influenciado por pensadores y filósofos como Martin Heidegger al que se le conoció, en su obra cumbre Ser y Tiempo por el análisis fenomenológico del dassein, o por Anna Arent, pensadora política, así como por Michel Foucault, considerado por muchos como el filósofo más desatacado del siglo pasado. Este último autor abordó temas como el poder, biopoder y hasta la sexualidad, y aunque nunca habló de medios de comunicación, ni mucho menos de redes sociales, el impacto de su pensamiento es referencial en cuanto a la influencia de los mensajes digitales en las audiencias, destacándose el control de la vida de las personas y los regímenes de disciplinas.
Hablamos entonces de un nuevo tipo de dictadura signada por el dataísmo. Los usuarios proveemos una gran cantidad de datos que crea una sociedad hiper visible e hiper comunicada. De esta manera las personas son prisioneras, pero en libertad, exponiendo, recogiendo y compartiendo datos. El autor estaca que “la paradoja de la sociedad de la información es que las personas están atrapadas en la información, ellas mismas se colocan los grilletes al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente”; añade que, “en la libertad de las redes, el hombre es cada vez más uniforme”. Estima que en la sociedad de los datos se eliminarán los políticos, lo importante serán los dataístas. La crisis de la verdad es una crisis social. Las sociedades a través de los datos podrán ser mercantilizadas.
Los dataísmos conducen permanentemente a la visibilización; las personas deben mostrarse cada vez más: contamos nuestra vida, nos exponemos y quienes nos observan tienen data para controlarnos: Hablamos de la cultura del espectáculo, que nos atrae y nos vigila; clubes de élite que propician acontecimientos para manipular a través del big data a la sociedad.
En el régimen de la información, el ser humano se mide por conceptos topológicos, procesados mediante algoritmos y la inteligencia artificial que están cada vez más en capaz de analiza toneladas de información, sacar patrones comunes y proponer soluciones en función a información y data. Se explota la comunicación a través de datos para enfatizar la vigilancia. La sociedad de la transparencia es la sociedad de la información. En consecuencia, se evidencia la psicopolítica, donde el cuerpo de cada ser humano es vendido bajos estándares que se deben cumplir.
El autor no establece un concepto específico de infocracia, en todo caso la aproximación es la de un régimen totalitarista y digital, donde los datos cobran relevancia para el desarrollo político y el ejercicio del poder. Cuando hablamos de democracia, el Estado debe propiciar que mediante los gobiernos se salga de la pobreza, que tengamos empleo y tengamos servicios básicos, mientras la Infocracia es la dominación impuesta desde los datos digitales mediante la transparencia e información; ordenes que nos impone el sistema. En la infocracia la información es libre y las personas se creen libres, pero se están auto explotando al colocarse los grilletes en los pies. Las redes sociales intervienen en este sentido.
Analizando la necesidad de una información transparente, Byung-Chul Han destaca que la transparencia es sinónimo de libertad de información, no de las personas, solo de la información. La dominación en sí misma nunca es transparente; no existe la dominación transparente. La transparencia es el frente de un proceso que escapa a la visibilidad. La transparencia en sí misma no es transparente, tiene una parte trasera, la sala de máquinas de la transparencia es oscura. Es así́ es como nos entregamos al poder cada vez mayor de la caja negra algorítmica.
La presentación se centra en el fin de la acción comunicativa; la racionalidad comunicativa de Habermas va más allá de la discusión, la comunicación y el centro es la persona. Se destaca la eliminación de la versión del otro, la creación de zoombies del consumo con burbujas informativas. Necesario ir más allá de lo evidente, menciona la manera holística de la comunicación.
Finalmente, el libro analiza a fondo el problema, pero deja por fuera la necesidad de la educación mediática, o educomunicación, una propuesta de solución viable que desarrolla en las audiencias las competencias mediáticas como mecanismo que procura la libertad de los seres humanos en la sociedad digital. Solo es posible encontrar un camino si se exponen este tipo de temas, si se sensibilizan y en consecuencia se desarrollan conocimientos y habilidades para la protección mediante un consumo responsable de los contenidos en los medios de comunicación y en las redes sociales.
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