El debate acerca
de las células madre

El debate acerca <BR>de las células madre

Gran revuelo ha causado en la opinión pública la noticia de que el médico dominicano Leonel Liriano, junto al médico estadounidense Joseph Purita, sometió al pelotero Bartolo Colón a un tratamiento en base a células madre para curar una lesión.

Conforme declaraciones a la prensa de la presidenta del Consejo Nacional de Bioética en Salud (Conabios), Dra. Aura Celeste Fernández, y de su director ejecutivo, doctor Miguel Montalvo, existe gran preocupación en el país debido a que “se están aplicando tratamientos con células madre y haciendo investigaciones que no están aprobadas por ese organismo, que es el ente encargado de velar por el cumplimiento de las normas éticas en las investigaciones en salud que se realizan en el país.

Dijeron que ese organismo no aprueba ni recomienda la aplicación de esos tratamientos hasta que no concluyan los estudios clínicos que avalen su seguridad e inocuidad”. Por su parte, el ministro de Salud Pública, Bautista Rojas Gómez, advirtió que ese ministerio iniciará “de inmediato la notificación a los establecimientos médicos para que se abstengan de practicar procedimientos con células madre” (Listín Diario, 24 de mayo de 2011).

No cabe duda de que el Conabios es el organismo competente para “conocer, aprobar, rechazar, supervisar, evaluar y suspender temporal o definitivamente cualquier investigación o estudio que se realice con seres humanos a nivel nacional a los fines de garantizar que cumplan con los principios científicos, metodológicos y bioéticos aprobados, tanto a nivel nacional como internacional” (Disposición No. 004-A de la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social).

Y es bueno que sea así, porque de ese modo se preserva la dignidad, la integridad física y la salud de las personas al tiempo que se minimizan los riesgos de malas prácticas médicas.

Lo que resulta una sorpresa para muchos es que los tratamientos médicos en base a células madre realizados en el país no cuenten con la aprobación de Conabios.  Precisamente, a raíz del caso del pitcher Colón, el Dr. Julio Amado Castaños, hematólogo y presidente del Patronato del Hospital General de la Plaza de la Salud, recordaba que las células madre no solo están en los embriones, que es el centro del debate mundial, sino que están en todos los seres humanos, en la médula ósea, sangre, pulmones, cordón umbilical, etc. Ortopedas y neurocirujanos usan células madre en las cirugías de columna vertebral  y ahora los ortopedas “están además implementando el uso de células progenitoras para acelerar el proceso reparador de los tendones intervenidos y ese fue el caso del beisbolista Bartolo Colón”. Por eso, el Dr. Liriano afirma “que yo no estoy usando nada que aquí no se haga” (Listín Diario, 24 de mayo de 2011).

Siguiendo esta línea de razonamiento, creemos que lo clave aquí es la distinción entre células madre procedentes de tejidos adultos y células embrionarias. Sobre esto, como bien ha sugerido el doctor Dionisio Soldevilla, se requiere un gran debate interdisciplinario, que convoque a médicos, juristas, autoridades públicas del sector salud, medios de comunicación, filósofos, religiosos, especialistas en ética y biomedicina, y que debería desembocar en una ley que regule la investigación y la práctica de la biomedicina, porque no todo puede ser dejado en manos de la simple ética. 

Hay que insistir en que la investigación basada en el uso de embriones humanos podría convertir a las células germinales humanas en un mero objeto,  con todo lo que ello implica para la dignidad humana, garantizada por el artículo 38 de la Constitución. Por eso es clave promover la investigación con células madre adultas presentes en la médula espinal, la sangre del cordón umbilical, de los testículos y de líquido amniótico.

Y lo que no es menos importante: hay que investigar cuidadosamente las posibilidades terapéuticas pues todavía se desconocen todas las implicaciones de la introducción clandestina de tejidos en el cuerpo de pacientes.  No podemos convertir nuestro país en un paraíso biomédico en donde se refugien todas aquellas empresas y médicos que quieren escapar de las regulaciones biomédicas de sus países desarrollados. Pero tampoco debemos cerrarnos a la experimentación y al desarrollo de técnicas terapéuticas en este ámbito basada en cánones éticos y legales claros y transparentes.

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