El deber nacional

El deber nacional

La obligación de cada ciudadano con derecho al voto es pensar no solamente en el presente, sino en el destino futuro de sus hijos, nietos, hermanos y en todos los habitantes en general de la República Dominicana.

La persona que piense con su voto derivar beneficio material directo, sin pensar en la paz, la educación, el empleo, la salud, y la justicia, sencillamente está reflejando primitivismo, vocación de cliente ocasional de un gobierno y dándole negación absoluta, a lo que es la prosperidad, formación espiritual y estabilidad de la familia nacional.

Programar un gobierno alrededor de un proyecto ambicioso, que satisfaga por tramo dentro de un justo plazo las necesidades nacionales, es sencillamente una tarea de titanes, empero, cumplir con un plan de gobierno que se inicie con el suministro adecuado del agua potable necesaria. La sanidad del aire que se respira en todos los ambientes. El sostén alimenticio a precios accesibles, controlando la inflación, enemigo No. 1 de los ciudadanos de entrada económicas fijas. Atender la salud en general incorporando la seguridad social en toda su extensión. El fortalecimiento de nuestra producción agrícola, agropecuaria e industrial encausando correctamente los medios aptos para estos fines. Dar apertura de nuevos mercados, con apoyo de lo que tienda a fomentar e incrementar las exportaciones de nuestros productos, el robustecimiento de nuestro turismo, así como la ampliación de los incentivos de las zonas francas, tratando de incorporarle valor agregado a las existentes como a las que estén por venir, teniendo muy en cuenta que el país está colocado geográficamente en las entrañas y centro del trafico marítimo hacia todos los grandes mercados de consumo. El sistema eléctrico nacional debe ser contemplado con sumo cuidado para no caer nuevamente en las aberraciones del pasado inmediato, recordando que si la decisión es subsidiar, este debe pagarse, si es capitalizar, esta debe hacerse obedeciendo a las disposiciones de la ley y a las situaciones inmediatas del mercado eléctrico. Debemos proteger racionalmente nuestros productos, estimular la inversión extranjera, teniendo siempre la perspectiva de la creación de nuevos empleos, objetivo fundamental de la política para disminuir la pobreza, y fundamentalmente desarrollar y apoyar lo que es la educación en general abarcando primaria, secundaria, superior, tecnológica, etc., extensible a todos los dominicanos, hasta convertirnos en un país culto con vocación al trabajo, con el dominio perfectamente del español, ingles y un tercer idioma.

Desarrollar el plan de trabajo que abarque los objetivos señalados, es una labor de gigantes, a la que se debe dar inicio de inmediato el 16 de Agosto, fecha del inicio del nuevo cuatrienio presidencial. Para esto necesitamos lo que en el argot popular se llamaría, un Gran Presidente.

Hoy tenemos problemas intrincados y difíciles, de carácter económico generados por actuaciones non sanctas, cuyo afrontamiento es un deber de todos, con los sacrificios que esto pueda implicar, pero con la confianza de que las generaciones presentes y venideras, hemos iniciado el camino del desarrollo socio económico de esta nación y que las politiquerías, las procacidades, las hemos trocado por superación, trabajo y abnegación a favor de todos los hijos de esta tierra.

Tenemos en nuestro horizonte una nueva ley cuya aplicación y cumplimiento en todas sus disposiciones pueden generar confianza y desarrollo económico, es la que le da nuevo destino al Banco Nacional de la Vivienda, que sin hacerle perder su nombre original, penetra con las modificaciones que entraña, en todos los rincones de lo que pudiere ser un desarrollo coherente y equilibrado del progreso material en sus distintos aspectos, abarca el fomento de la vivienda, el desarrollo de la agricultura, la industria, la inversión extranjera, y crea los mecanismos para la captación de fondos de cómo atender la demanda de recursos para proyectar y desarrollar los sectores mencionados. Es un banco de segundo piso, con amplios poderes para participar directa e indirectamente en el desarrollo de la República.

Es un deber fundamental crear con el buen ejemplo y la firme determinación, lo que es un país enmarcado dentro lo que se llama la dictadura de la ley, cumplir las leyes es una obligación inherente a cada ser humano y el no hacerlo debe ser sujeto de sanciones adecuadas y proporcionales a la falta de respeto a la norma social obligatoria, que es como se llama la ley. Para implantar la dictadura de la ley, es imprescindible un poder judicial capaz, honesto y enmarcado dentro de lo que es la institucionalidad.

No queremos cerrar la presente entrega sin decir que tenemos fe en los hombres y mujeres que integran el conglomerado nacional, de otra manera no escribiríamos, pero entendemos que el país que funda su destino en la democracia, al ir a elegir sus representantes para que desempeñen la más alta magistratura de la nación, debe pensar sosegadamente en escoger aquellos cuya dotación mental y espiritual sea lo suficientemente amplia y elevada, para que entienda cuales son las necesidades reales a satisfacer de un país, y sus actuaciones estén dentro del marco de la ley, de la justicia y que la serenidad y la humildad sean las virtudes que le acompañen permanente.

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