El delicado sonido del trueno

El delicado sonido del trueno

POR MIGUEL D. MENA
Gregorio Luperón, Francisco alberto Caamaño, Juan Pablo Duarte, Pedro Mir,Ulises Heureaux, Manuel Tavárez Justo y Fausto Rey, entre otros personajes de la vida dominicana,, son menci0onados en este texto de Miguel D MENA

Cada mes tiene sus cargamentos de historias. El incienso del pasado sigue, muchas veces quedándose así: en humo, en halo que rarifica el ambiente creándonos una sensación de estado genésico, alboreal.

Así el 14 de junio, el 30 de mayo, el 27 de febrero, el 26 de enero.

La tragedia del dominicano es la cantidad de héroes en la sombra, y eso, «sombra nada más entre tu amor y mi amor»

«Y sacando a los héroes de la tumba, habrá sangre de nuevo en el país».

Eso lo escribió Pedro Mir en 1949 y con seguridad que tenía la expedición de Cayo Confites, dos años antes.

Miro a nuestros héroes y en el fondo siento la tristeza de ellos y esa sensación de estar frente a enormes paredes sin que se pueda hacer nada.

Miro a Duarte en Venezuela, trabajando la cera, perdido en la selva, negándose a volver a la media isla donde tanto perjurio sufrió. El mundo de su tiempo se debatió entre santanistas y lilisistas. De todos los trinitarios sólo tres se mantuvieron puros: Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez. Eso lo dijo Juan I. Jimenes-Grullón en «El mito de los padres de la patria». Pina se esfumó y Pérez terminaría sus días postrado en una terrible demencia. Sánchez y Mella sucumbieron al encanto de los caudillos. Será el genio de Ulises Heureaux a quien le vamos a deber la invención de los «tres padres de la patria».

Miro a Luperón y no puedo olvidar sus líos con las finanzas, su rendición al final al lilisismo, pero también pienso en el derecho a la tranquilidad, a la lectura de la Biblia, como él lo hizo.

Miro a los catorcistas de junio de 1959 y no pienso más que en un empuje demasiado brutal a donde los llevó la Revolución cubana. Ellos fueron a una especie de suicidio colectivo. No dejo de honrar tanto valor, determinación, pero también pienso en la incapacidad que a veces tiene el político de valorar la realidad que se pretende transformar.

Miro a muchos de los principales de la Guerra de abril de 1965 y el libro de José A. Moreno me confirma que sí, que todo fue de nuevo un callejón sin salida, que Caamaño fue un producto del azar, que actuó muy decorosamente, más allá incluso de sus posibilidades, y creo también que de todas aquellas fotos de abril la única que podría colgar en algún lugar de la casa es aquella donde llueve y el coronel está mirando al suelo.

Miro a Caamaño y de nuevo la revolución cubana y la encerrona y una historia que todavía no está ni estará del todo clara porque todavía no somos capaces de mirarnos a la misma altura con los cubanos y recuperar una memoria y una historia común, porque todavía los dominicanos somos los liliputanos frente a los cubanos.

Miro a Caamaño y sus tribulaciones luego de estar entrenando más de cinco años y al final, lo de antes, lo del 14 de Junio y lo de Abril, el salto con que se pretende salvar el muro y al final el silencio eterno, la muerte.

Miro a los muchachos del 12 de enero y siento toda la rabia cuando al Balaguer de entonces ahora se le considera como un padre de la democracia, cuando a los militares de entonces ahora se les considera poco menos que patriotas, cuando los criminales de entonces ahora pueden dedicarse con tranquilidad del evangelio o a comprar en el Pola o en el Nacional y hasta de escribir sus cositas, porque ustedes sabrán que hasta Alicia se quedaría espantada con la fantasía en este país.

Duarte, Caamaño, Tavarez Justo, Amaury y sus socios, todos seres puros, dignos, pero agobiados en la maleza de esa miseria ínsita de los dominicanos, porque como se sabrá, como sabremos, el dominicano no sólo es lo tricolor y qué alta en el cielo estás, dominicana bandera…

No hay que sacar a los héroes de sus tumbas.

Nunca me ha gustado convivir con imágenes de héroes.

Prefiero un dibujo de algún niño o una foto de lo que se escapa.

Cuando veo alguien que se me acerca con una foto del Ché o de quien sea, siempre pienso: ¡qué infeliz!

Prefiero una camiseta de Pink Floyd a una del Ché o de Caamaño.

Incluso hasta una de Fausto Rey.

Ya ven: cada quien tiene sus héroes.

Hay que percibir los límites y alcances de esa soledad y esas paredes y muros que nos anteceden, comprender las encerronas de tantos héroes, el camino a la inmolación.

En el mundo lógicamente tienen que existir catorcistas, caamañistas, boschistas, fidelistas, balagueristas.

El reto es pensar en la calidad del mundo que elegimos y ser consecuentes con el mismo.

En nuestro país estamos muy acostumbrados al tapabocas, a los cuarenta tonos de voces, al cálculo necio ante el puestecito o el chequecito. Digamos de una vez que nacemos en un medio ya conformado por antivalores que acaban constituyéndose en valores, de manera que el reto será desenliar ese mundo de la esquizia sobre el que nos paramos.

Cada vez hay que medir más las palabras cuando se habla en Santo Domingo.

Uno tiene que pensar en ese ejército de enquistados en sus creencias, ideales, feligresías, en sus puestos de combates, en sus lugares de la historia, en sus pedacitos del Panteón Nacional.

Yo sólo trato de ser honesto conmigo mismo, aún y dentro de mis derechos a la duda, al error, a la misma miseria.

El culpable de todo esto es un concierto que no me deja tranquilo y que me lanza a los amigos, a sus abrazos que son como olas tranquilas de nuestro mar Caribe.

«Delicate Sound of Thunder» es lo que estoy oyendo… Ahora voy por el minuto 3,33 de «Comfortably numb» y mejor los dejo.

http://www.cielonaranja.com

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