El delincuente

<p>El delincuente</p>

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
El delincuente de hoy no se parece al delincuente de ayer. Su forma de operación ha cambiado, es más cruel, más desalmado, más grupal. La prensa no da muchos detalles de él, a lo sumo la edad, el alias, la nota roja del hecho delictivo, pero no establece paralelismos, no hay datos de su personalidad. La Policía y los organismos de seguridad puede que lo conozcan mejor, dicha información es usada primordialmente con fines represivos pero no con intención preventiva. Conocemos poco al delincuente dominicano del siglo XXI.

No es fácil para la sociedad admitir que mientras más inequidad genera más germinarán los individuos anti-sociales. La delincuencia parece ser el cáncer del capitalismo. No es la pobreza la que necesariamente genera delincuentes, paradójicamente aún en momentos de mucho crecimiento económico éste aparece. Sería ingenuo pensar que más crecimiento del PIB genera más delincuentes. Sociedades muy ricas pueden tener niveles relativamente altos de delincuencia.

Una sociedad poco solidaria, rica o no tanto, que genera mala distribución de la riqueza, es una sociedad que genera muchos niveles de exclusión. El delincuente no es necesariamente el que es pobre sino, en primer lugar, el que se siente excluido, sin importar mucho el nivel social. La exclusión económica sigue siendo explicación de primer orden a los niveles de delincuencia, pero ya no sólo ligado directamente a la pobreza.

Otras manifestaciones de exclusión, como el abuso del poderoso en el entorno urbano, generan una reacción de grupo con características anti-sociales. Así, el delincuente ya no actúa solo, ni su móvil único es el robo, sino la auto-conservación, no es sólo un modus operandi sino un modus vivendi. En tal sentido resulta ilustrativo referirse a las películas El Padrino I y II, y Bandas de Nueva York, donde se muestra el origen de los “gansters” donde se plantea que la violencia y el delito son, desde el punto de vista social, “estrategias” efectivas de sobre vivencia. ¿Cuánto se parece el delincuente promedio dominicano a ese mafioso de las películas citadas?

A pesar de que las medidas tomadas por el gobierno han traído cierta tranquilidad a la población es evidente que el Estado luce agobiado y la Policía aunque se muestra cada vez más efectiva en resolver los casos más sonoros no ha logrado controlar al cien por ciento el nivel coercitivo -en parte por falta de recursos- y lo peor, está muy lejos de establecer un imprescindible y firme nivel preventivo.

Me parece que sin muchos recursos financieros se puede con participación de las científicos sociales (sicólogos, sociólogos, economistas, juristas) establecer en detalle quién es el delincuente y cuáles son las razones particulares de exclusión que lo han llevado a la acción anti social. Si queremos recuperar la paz social, el primer paso es conocer al delincuente, tanto con fines coercitivos como con fines preventivos.

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