Desde su instalación como ministro de Deportes en agosto del 2016, Danilo Díaz Vizcaíno adelantó ante los medios masivos de comunicación, que uno de los ejes principales en el marco del Plan Estratégico Institucional que impulsaría ese organismo durante el período de gestión cuatrienal, sería el deporte como Marca País, con el objetivo de que la República Dominicana ocupe un mejor lugar en el contexto competitivo internacional.
En el mundo actual las vertientes deportivas de alto nivel y profesional, han invadido todos los reductos de la cotidianeidad, transformándose en los principales productores de identidad. De igual modo los analistas del fenómeno, lo definen- no sin razón- como la principal mercancía más mediática, el género de mayor facturación de la industria cultural, el espectáculo de mayor seguimiento y audiencia de la televisión “galáctica”, constituyendo el mayor ritual de masas, en las sociedades avanzadas.
Los grandes acontecimientos deportivos mundiales, internacionales y nacionales como los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol, el béisbol de Grandes Ligas, los campeonatos mundiales de atletismo, la NFL (Fútbol americano), el baloncesto de la NBA y otras ligas profesionales, han marcado una impronta de carácter hegemónico.
A partir de la nueva cultura de planificación visión país, a través de la Ley 1-12, de Estrategia Nacional de Desarrollo, y la promulgación de la nueva Constitución en el 2010 que incluyó por primera vez esa actividad como un derecho fundamental, el Estado dominicano colocó al deporte en un sitial sin precedentes en el marco de las políticas públicas, pese a algunos avances de los últimos años, todavía queda un largo trecho por recorrer en la ejecución práctica.
Plantear el Deporte como Marca País, no sólo constituye una innovación dentro de las políticas de la agencia oficial, sino además un reto, pues implicaría una serie de cambios en el modelo deportivo, en un campo del deporte profesional y de la alta competencia, un sistema protagonizado en los escenarios internacionales por las naciones desarrolladas, alrededor del principio axial de la racionalidad económica.
En el caso de la República Dominicana, una nación en vías de desarrollo, pero con reconocidas influencias de sociedades del primer mundo, se hace necesario organizar un modelo deportivo que sepa convivir con el mercado, pero al mismo tiempo tratar que los valores del desarrollo humano promovido por el sistema deportivo abierto, conocido como deporte popular y recreativo, no sucumba frente a la racionalidad del mercado y el deporte espectacular.
Hay que reconocer que lo que se procura con el deporte como marca país, es mejorar la imagen de la nación en el ámbito internacional. El béisbol, nuestro deporte más tradicional, ha significado el principal estandarte como marca país en el exterior, principalmente por los grandes logros de nuestros peloteros en las grandes ligas. Las academias de béisbol instaladas se dedican a la detección de prospectos con el fin de convertirlos en agentes del mercado norteamericano.
El Ministerio de Deportes se prepara para un gran relanzamiento de la capacitación técnica, mediante la contratación de una mayor matrícula de técnicos extranjeros calificados, en procura de mejores resultados en el ciclo olímpico, además sacarle mejor provecho a los técnicos cubanos, que si bien son reconocidos por su gran capacidad, una parte de ellos se ha dedicado a trabajar para otras entidades fuera del acuerdo MIDEREC-Cuba Deportes.
Finalmente, se contempla utilizar a nuestros principales íconos del deporte profesional y olímpico, para orientar a los atletas de las categorías menores y futuras promesas, así como promocionar el país como sede de eventos internacionales y la instauración en el territorio nacional, de centros de desarrollo internacionales de las diferentes disciplinas.