Entre los grandes escritores del siglo XX se encuentra el cubano Alejo Carpentier, autor de un ilustrativo y profundo ensayo titulado “Deporte es Cultura”, donde se explaya en un enfoque histórico sobre la trascendencia de esta vital manifestación humana, y expone con maestría sobre su curso desde la antigüedad hasta los tiempos modernos.
El novelista, ensayista y musicólogo, merecedor del premio Cervantes en 1977, refiere en el citado ensayo publicado originalmente en 1969, en la revista cubana “El Deporte, Derecho del Pueblo”, que los deportes ocupan un lugar de primer orden en el mundo actual. Dice que en la antigua cultura helénica Píndaro fue el cantor de las hazañas de los deportistas, mientras que Virgilio, en su canto de la Eneida, al describir fastuosamente una regata, se vuelve un estupendo cronista deportivo.
Destaca que Platón y Plinio hicieron elogios de la equitación, recogidos luego por Montaigne en uno de sus ensayos más emblemáticos. Rabelais en un capítulo de la Gargantúa, señala el gran papel que debían desempeñar los deportes en la educación de la juventud, así como el juramento que habría de dar comienzo histórico a la Revolución Francesa, en un edificio construido en 1686, especialmente para la práctica de un tipo de juego de pelota (jeu de paume), un precedente del tenis y la pelota vasca, a fin de que los miembros de la Corte se distrajeran practicándolo.
Llama la atención su observación sobre la desaparición del tema deportivo en toda la literatura del siglo XIX, siglo que se caracterizó por el desarrollo y encumbramiento de la burguesía. Sus momentos de auge y decadencia podían auscultarse a través de la obra de Flaubert, Balzac, Zola y Marcel Proust. Parecía que existía una literatura que ignoraba los deportes. Con excepción de la caza y la equitación, se despreciaba los ejercicios físicos.
Hacia 1900-explica-, los nietos y biznietos de quienes habían cimentado el gran edificio de la burguesía europea comienzan a interesarse por el deporte, siguiendo los pasos de una tendencia promovida en Inglaterra. Los jóvenes comienzan a practicar deportes para la casta, ajeno a todo intento de educación física de las masas, como el tenis, el golf, el polo, el yachting, la esgrima y la equitación. Por otra parte, nacía en el pueblo una creciente afición por los deportes que exigieran movilización de grupos humanos, seguidos cada vez más por masas de espectadores. De ese modo, entiende Carpentier- autor de novelas tan excelsas como El Reino de Este Mundo, El Siglo de Las Luces y El Recurso del Método- surgió en un mundo capitalista, el deporte como negocio de grandes rendimientos, y aparecieron las figuras del empresario y del manager deportivo, que fomentaron con ayuda de una publicidad intensiva, toda una mística del béisbol, del fútbol, del boxeo y otros deportes.
Sin embargo, reconoce que con todo esto, se iba despertando en las masas, en el público de las ciudades, una mayor afición a los deportes. Y la vida sedentaria llevada en las grandes urbes modernas, imponía a las personas la necesidad de preocuparse por la ejercitación de sus músculos.
Estos cambios en el siglo XX, se combinaron con el mayor auge del tema deportivo en el ámbito de la literatura universal. Para Carpentier (1904-1980), fueron los novelistas norteamericanos y franceses quienes dieron una expresión literaria a la emoción del deporte, citando como prolegómenos a Ernest Hemingway y a Henry Motherland.
El ensayo Deporte es Cultura, es una lectura recomendada no sólo a los seguidores de esta actividad, sino a todo interesado en la cultura general, pues el deporte es parte consustancial de la cultura de los pueblos.